Angustia en la abarrotada morgue de Guayaquil: ‘Solo quiero que me devuelvan a mi hijo’

EL PAÍS

Imagínese un jueves por la tarde en Guayaquil, Ecuador, donde el olor a putrefacción se mezcla con la humedad del ambiente. Este olor proviene de la morgue local, donde el calor ha evaporado los líquidos de más de 200 cuerpos en descomposición que los funcionarios de Medicina Legal retiraron recientemente de un contenedor colapsado. Los cuerpos han sido distribuidos en un depósito refrigerado que recién ha sido reparado.

La morgue de Guayaquil ha experimentado una situación de horror en los últimos días. Encontrará cuerpos desmembrados, sangre y un hedor penetrante en todas las instalaciones. Este caos se debe a la gran cantidad de autopsias que deben realizar solo cuatro médicos. Debido a la alta demanda, estos médicos solo pueden dedicar 30 minutos a cada cadáver, cuando lo ideal sería entre cuatro y seis horas. Esta falta de tiempo adecuado ha resultado en la pérdida de pruebas y en la confusión de identidades.

Mientras tanto, los familiares de los fallecidos esperan noticias de los cuerpos en los exteriores de la morgue. A algunos se les ha permitido ingresar para reconocer el cadáver y realizar los trámites necesarios para poder retirarlos. Eso incluye a María, cuyo hijo de 16 años fue secuestrado al salir de la escuela y luego asesinado. «Solo quiero que me entreguen a mi hijo, porque no comprenden el dolor que esto es para nosotros», dice María, llorando en los brazos de su hermana. Los familiares van preparados con mascarillas y un ungüento mentolado para la nariz. Todos están pendientes de que algún funcionario se acerque para darles información.

El hijo de Antonio Mayorga recibió tres disparos cuando intentaron robarle su taxi hace tres días. Las balas fueron directas al riñón, el pulmón y una arteria del corazón. El cuerpo de su hijo ha estado en la morgue desde entonces. «Nos dijeron que hay problemas en los contenedores, que los cadáveres están en estado de putrefacción, pero que hoy lo van a entregar», dice Antonio con esperanza.

El Servicio Nacional de Medicina Legal y Ciencias Forenses comenzó a trasladar al menos 100 cadáveres al contenedor recién reparado el miércoles por la tarde. Los cuerpos estaban amontonados sin mayor cuidado, en bolsas plásticas negras. Debido al aumento de la violencia criminal en el país, el número de cadáveres sin identificar en el centro forense ha aumentado, así como los cuerpos que no han sido retirados por ningún familiar. Según fuentes consultadas, los perfiles de los cadáveres abandonados suelen ser de indigentes o personas vinculadas a las bandas criminales, a quienes sus allegados prefieren olvidar.

El proceso de inhumación de estos cadáveres debe seguir un protocolo con el objetivo de demostrar que se han agotado todos los exámenes posibles para intentar identificarlos. Los cuerpos deben pasar por una prueba de necrodactilias, antropología, odontología forense, además de la toma de ADN. Se solicita un certificado al Ministerio de Salud Pública y una autorización a la Fiscalía para inhumar el cuerpo. Sin embargo, este proceso no se ha llevado a cabo adecuadamente.

La crisis en la morgue de Guayaquil ha persistido durante varios meses, desde que se conoció la falta de personal para atender el aumento de los cadáveres que deben ser sometidos a una autopsia. De hecho, el número de muertos ha aumentado y los cuerpos deben ser repartidos entre los únicos cuatro médicos legistas que están certificados para realizar ese trabajo.

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