La noticia más esperada en los últimos meses finalmente llegó ayer. La Comisión Europea anunció que se impondría un nuevo arancel a las importaciones de coches eléctricos fabricados en China. Este nuevo arancel, cuya tasa oscilará entre el 17,4% y el 38,1%, se sumará al 10% ya existente, lo cual tendrá un impacto significativo en el costo de estos vehículos. Aunque estos aranceles son preliminares y podrían someterse a revisiones, se espera que comiencen a aplicarse a partir del 4 de julio.
El efecto de este nuevo arancel no se limita solo a los coches eléctricos fabricados en China. Se espera que el precio de los coches fabricados en China, no solo por marcas chinas, aumente en los próximos días. Además, la Unión Europea teme la respuesta de China a esta medida. Más allá de perjudicar los intereses de la industria del automóvil de Europa en China, la respuesta de China también podría amenazar a sectores tan variados como el porcino, el vinícola y el brandy, o la aviación.
Los posibles escenarios en esta guerra comercial con China son diversos. Podría haber una respuesta suave por parte de las autoridades chinas, aunque esto parece poco probable dadas las advertencias previas de Pekín. Otra posibilidad es una respuesta recíproca, en la que China establece aranceles equivalentes a los de los coches eléctricos chinos importados en Europa. El último escenario sería una respuesta escalatoria, que daría lugar a una nueva guerra comercial, similar a la iniciada en marzo de 2018 durante la administración Trump.
Para España, China es uno de sus principales socios comerciales. Pero esta guerra comercial podría tener un impacto significativo en varios sectores, especialmente en el de la ganadería porcina. Según el Business Times, España fue el principal origen de las importaciones porcinas en China el año pasado, representando un 23% de sus importaciones totales. Otros sectores vulnerables incluyen la agricultura, la aviación y la industria química.
En Francia, el temor es que una confrontación comercial con China pueda afectar al sector de la aviación y al sector vinícola. China ya ha iniciado una investigación antidumping de las importaciones de brandy de la Unión Europea, lo que podría tener consecuencias para algunas de las destilerías francesas de mayor volumen.
Alemania, por su parte, reconoce que sería uno de los países más perjudicados si China optara por medidas recíprocas que afecten a la industria del automóvil europeo. Las principales exportaciones de Alemania a China son automóviles y componentes de automóviles, que representan casi una tercera parte del total. Las marcas de coches alemanas han expresado su preocupación por esta situación, alertando sobre el riesgo de que el proteccionismo inicie una espiral de aranceles y aislacionismo.
Las próximas semanas serán cruciales para determinar cómo se desarrollará esta situación. No solo deberíamos conocer la posible respuesta de China, sino también cómo la Unión Europea ajustará la tasa de aranceles para cada fabricante instalado en China. Este ajuste dependerá de su cooperación y de si se descubren posibles contribuciones públicas que hayan favorecido su posición competitiva en Europa.