El panorama político de la República Checa ha vivido un giro inesperado con la irrupción de Filip Turek, un ex corredor de carreras y novato en la política, que ha logrado convertirse en la estrella de las recientes elecciones al Parlamento Europeo. Su postura controversial ante el cambio climático, en medio de una creciente crisis ambiental que afecta a los agricultores y estaciones de esquí checas, lo ha catapultado a la atención pública.
Turek no es un disidente de la Unión Europea (UE), pero sostiene que los 27 países miembros necesitan un shock para despertar. «Creo que conseguí agitar a esa parte de la población que no iba a votar, porque ya estaban disgustados por el hecho de que, independientemente del programa que tengan los partidos, al final empezarán a comportarse como Bruselas quiere», declaró el político al medio checo RadioZurnal.
El político se ha presentado como un defensor de los derechos de los conductores frente a las políticas climáticas de la UE. Turek formó una coalición con el partido de protesta Juramento y juntos, logrando un sorprendente tercer lugar en las elecciones europeas en el país.
Aunque no niega la existencia del cambio climático, Turek ha expresado su escepticismo hacia las medidas propuestas para combatirlo. Proclama que «la idea de que destruyendo la industria automovilística en la Unión Europea salvaremos el planeta y empezará a enfriarse es cómica y ninguna persona en su sano juicio puede creerlo», refiriéndose a los múltiples factores que influyen en el clima del planeta.
Turek pertenece a una formación euroescéptica no representada en el parlamento checo que ha visto crecer su popularidad a través de las redes sociales. Su imagen de petrolhead, un loco por los coches, y sus llamamientos a remodelar Europa, han resonado entre los votantes jóvenes y descontentos con la política tradicional.
Además de su carrera en la política, Turek es un conocido coleccionista de coches clásicos, especialmente de las marcas Jaguar, Aston Martin, Rolls-Royce y Bentley. Sin embargo, su pasado no está exento de controversia. En el pasado, la policía ha estado investigando fotografías de hace años en las que hace el saludo hitleriano y otras actividades apuntan a una cierta simpatía por los nazis.
Casi el 40% de su electorado son jóvenes de entre 18 y 24 años. El 50% de los votantes admitió que votó por su formación simplemente porque les gusta su líder.
Turek, que se opone a la adopción del euro, también ha sido, según los analistas, una de las causas del mal resultado del partido xenófobo Libertad y Democracia Directa (SPD) en República Checa. Este candidato disruptor de mandíbula cuadrada sabe cuáles son sus adversarios: la élite europea progresista y «liberal», que «ha comenzado a endeudarnos brutalmente y que cree que liquidando nuestra propia industria detendremos el calentamiento global».
En resumen, la irrupción de Filip Turek en la política checa y europea representa una nueva oleada de descontento popular y escepticismo hacia las políticas tradicionales. Su postura frente al cambio climático y su defensa de los derechos de los conductores han resonado en un electorado joven y descontento. Sin embargo, su pasado y sus controversias también plantean interrogantes sobre el futuro de su carrera política.