El miércoles 12 de junio de 2024, una flotilla de la Marina de Guerra de Rusia, que incluye una moderna fragata y un submarino de propulsión nuclear, ha llegado a La Habana (Cuba), generando una gran expectación por su significación geopolítica. Esta visita programada, que ha levantado el interés global, pone de manifiesto las dinámicas cambiantes en el ámbito geopolítico internacional.
La flotilla rusa, encabezada por el buque petrolero de la flota Pashin, comenzó a pasar por la estrecha entrada de la bahía de la capital cubana, frente a La Habana Vieja, alrededor de las 7.47 hora local (13:47 horario español), bajo una suave lluvia y con apoyo técnico cubano. Este buque logístico estaba acompañado de la fragata Gorshkov, el submarino de propulsión nuclear Kazan y el remolcador de salvamento Nikolai Chiker, que tienen previsto hacer escala en La Habana hasta el 17 de junio.
Mientras tanto, el Departamento de Defensa de EEUU ha estado siguiendo los movimientos de la flotilla desde hace días, y ha afirmado que no percibe este movimiento ruso como una amenaza. Sin embargo, diversos buques de guerra estadounidense se han movilizado en las últimas horas para seguir de cerca la trayectoria de la flotilla rusa. Este hecho destaca la atención continua que Washington presta a los movimientos militares de Moscú, a pesar de no percibir una amenaza inmediata.
El Departamento de Defensa de EEUU también ha mencionado que prevé que el destacamento atraque en puertos venezolanos, y que realice maniobras marítimas y aéreas durante el verano septentrional en aguas internacionales del Mar Caribe. Esto sugiere que la presencia naval rusa en la región no es un hecho aislado, sino parte de un patrón de actividades más amplio.
El Ministerio de Defensa de Rusia informó que la flotilla aprovechó su desplazamiento por aguas internacionales del Atlántico para realizar unos ejercicios que incluyeron el lanzamiento virtual de misiles «de alta precisión». La fragata Gorshkov, de la última generación de fragatas rusas, comenzó a operar en 2018 y ha participado en maniobras multinacionales en los últimos años y en el ejercicio en que se entrenó el lanzamiento de misiles hipersónicos Tsirkon desde el mar en 2023.
El Kazan, un moderno submarino de propulsión nuclear con capacidad para disparar misiles de crucero, entró en funcionamiento en 2021. La presencia de este tipo de tecnología militar en la región resalta la creciente sofisticación de las capacidades navales de Rusia.
Por su parte, el Ministerio de las Fuerzas Armadas de Cuba (Minfar) ha definido la llegada de la flotilla rusa como una visita protocolaria. En un comunicado, el Minfar afirmó que se trata de una «práctica histórica» entre países con «relaciones de amistad y colaboración». La embajada rusa en La Habana, por otro lado, ha hablado de «una muestra más de la amistad ruso-cubana».
El Minfar, anticipándose a las dudas, aclaró que «ninguno de los navíos es portador de armas nucleares» y subrayó que la escala «no representa amenaza para la región». Este hecho muestra la sensibilidad de Cuba ante cualquier potencial crítica de su acercamiento a Rusia.
Por último, este movimiento se dio a conocer poco después de que el presidente ruso, Vladimir Putin, anunciase que estaba dispuesto a tomar «medidas asimétricas» tras conocer que varios países occidentales iban a permitir a Ucrania emplear el armamento que le entregan para atacar a Rusia en su territorio.
En los últimos años se han producido dos visitas de flotillas rusas a Cuba, pero ninguna con un submarino nuclear. La última visita tuvo lugar en junio de 2019, también encabezada por la Gorshkov. Para la anterior hay que remontarse a 2013.
Todo esto ocurre en un contexto en el que Cuba y Rusia han profundizado en los últimos años sus históricas relaciones en los ámbitos político, militar y económico. Los cubanos principalmente por la grave crisis que padecen; los rusos por consolidar su red de aliados y el valor geoestratégico de la isla.