Eurodiputados buscando afiliación política generan incertidumbre en Bruselas | Elecciones Europeas 2024 | Noticias

EL PAÍS

La entrada al Parlamento Europeo en Bruselas es reconocible por la palabra «welcome» [bienvenido], con la «o» compuesta por las 12 estrellas que forman la bandera de la UE. La Eurocámara está en pleno cambio, con un constante ir y venir de legisladores nuevos y antiguos, cajas de mudanzas y, sobre todo, primeras negociaciones para establecer alianzas y ocupar los principales puestos para el nuevo mandato. En este contexto, un grupo de eurodiputados novatos, clasificados por ahora como «otros», está generando incertidumbre entre sus futuros compañeros.

Los «otros» son más de medio centenar de legisladores procedentes de partidos o movimientos nuevos que llegan a Bruselas por primera vez. Entre ellos se encuentra el partido Se Acabó la Fiesta, SALF, del controversial Alvise Pérez, que sorprendió al lograr tres eurodiputados. Aún no se sabe a qué grupo se afiliarán estos nuevos eurodiputados, ya que las negociaciones están en marcha. Sin embargo, es probable que muchos de ellos terminen en los partidos más periféricos, principalmente de la derecha, debido a su defensa de ideas rupturistas.

Estos nuevos legisladores llegan a priori sin padrinos, es decir, sin ninguna conexión directa con las siete familias políticas que forman el grueso del Parlamento Europeo. Entre estas familias destacan: el Partido Popular Europeo (PPE), los socialdemócratas de S&D y los liberales de Renew. Sin embargo, en esta nueva legislatura, las fuerzas ultras han ganado tanto peso que los equilibrios políticos son más precarios que nunca.

A pesar de que los grupos tradicionales proeuropeos suman suficientes votos para garantizar una mayoría holgada (juntos reúnen por ahora 400 de los 720 escaños totales), cada escaño cuenta más que nunca. Por ello, los «otros» generan dudas y ansiedades por su capacidad de romper los cada vez más frágiles equilibrios políticos. Este grupo desaparecerá cuando se celebre la primera sesión del nuevo Parlamento Europeo el próximo 16 de julio. Para entonces, el que no esté en una familia política, acabará como no inscrito.

El grupo Renew, que ha bajado de 102 escaños a 79 en esta legislatura, podría perder su posición como tercera fuerza en el Parlamento si los Reformistas y Conservadores Europeos (ECR) logran sumar más votos de entre las nuevas fuerzas. Entre los candidatos a generar disrupciones en Bruselas hay más que nunca: actualmente, el Parlamento Europeo ha clasificado como «otros» a 55 legisladores; en 2019, solo fueron 31.

Entre los que más incertidumbre generan están los recién llegados no solo a Bruselas, sino a la política, como el propio Alvise, condenado por difundir bulos en internet. Otro caso es el del youtuber chipriota Fidias, que a sus 24 años cuenta con 2,6 millones de seguidores en las redes sociales y reconoce no tener ni idea de cuestiones de política europea.

Pero la falta de experiencia política no es siempre sinónimo de duda. Un ejemplo de ello son los seis nuevos eurodiputados que llegan desde Alemania por la nueva formación de Sahra Wagenknecht, quien abandonó el partido poscomunista Die Linke para fundar su propio partido de corte populista. A pesar de haber obtenido mejores resultados en Bruselas que su antigua formación, el enfrentamiento con Die Linke genera dudas sobre su futuro en el grupo de la Izquierda Europea.

Por otro lado, hay varios «otros», como los rumanos ultras de AUR (cinco eurodiputados) que simpatizan con ECR, pero cuya posición prorrusa podría dificultar su ingreso en una familia liderada por una Meloni que coquetea abiertamente con el PPE y que ha aceptado la posición pro-Ucrania de los Veintisiete.

Para ser miembro de una familia política, no solo hace falta querer entrar, sino que también es necesario ser aceptado por la misma. Ambas partes tienen que comunicarlo por escrito al Parlamento antes de ser formalmente inscritos en un grupo determinado. Si no lo logran, pueden acabar en el grupo de no inscritos, que en la última legislatura llegó a tener a 62 eurodiputados.

Pocos quieren acabar en este grupo indefinido, ya que solo al pertenecer a una familia política se puede aspirar a cargos institucionales, acceder al reparto de expedientes, estar en las reuniones de toma de decisiones o, incluso, tener un mayor tiempo de palabra. Y si algo quieren todos —nuevos, viejos, veteranos políticos o recién llegados— es que se les escuche desde el altavoz que es Europa.

Deja una respuesta