La Unión Europea (UE) ha demostrado su viabilidad sin el Reino Unido, pero enfrenta un nuevo desafío. La fortaleza del eje París-Berlín, que ha sido la fuerza política y económica principal de la Unión, ha sufrido un duro golpe en las recientes elecciones europeas debido al auge de la extrema derecha. Los dos grandes del club comunitario, Francia y Alemania, liderados por Emmanuel Macron y Olaf Scholz respectivamente, han sufrido un inmenso varapalo por parte de estas fuerzas ultras.
Esta situación amenaza con paralizar al corazón de la UE. El crecimiento de la ultraderecha, que ya se ha establecido en Italia, amenaza con deteriorar aún más el eje París-Berlín, que ya ha sufrido distorsiones en los últimos años. Esta amenaza no sólo deja al motor comunitario seriamente tocado, sino que podría dinamitarlo. Todo esto ocurre en un momento en el que Europa necesita un cambio radical para no quedarse atrás.
Sudha David-Wilp, directora de la oficina de Berlín del centro de pensamiento German Marshall Fund, reconoce que es un duro golpe para Europa que el giro a la derecha se haya sentido especialmente dentro del motor franco-alemán. «Francia y Alemania han sido tradicionalmente consideradas la fuerza impulsora de la UE, y es ciertamente significativo que los euroescépticos hayan logrado una fuerte presencia en ambos países», remata la experta.
Este giro hacia la derecha, unido a la debilidad de Berlín y París, complicará que la UE alcance objetivos como gastar más en I+D, para la ampliación de la UE e invertir en proyectos conjuntos de defensa y la transición verde. También presagiará un deseo de una Europa Fortaleza en lo que respecta a la migración y un debilitamiento del apoyo a Ucrania, especialmente sobre la reconstrucción.
La integración europea actual no habría sido tal sin el impulso conjunto de Berlín y París. Ahora, la debilidad de estos dos gigantes económicos y demográficos se trasladará a la maquinaria comunitaria. La ultraderecha de Marine Le Pen ha barrido al partido de Macron en Francia. Alternativa por Alemania (AfD) se ha situado como segunda fuerza en Alemania —a pesar de sus escándalos— en unos comicios en los que Scholz han obtenido su peor resultado histórico.
El motor franco-alemán ha funcionado bien estos años, especialmente durante la pandemia y los planes de rescate. Sin embargo, empezó a chirriar con la invasión rusa de Ucrania, por sus posturas diversas sobre el apoyo militar y la energía, y por sus visiones distintas sobre China. A pesar de todo, el motor nunca se ha parado. Scholz y Macron no tienen excelente sintonía, pero se tratan. Y comparten una visión similar de Europa que no es la de Le Pen ni la de los ultras de AfD.
Más allá de la aritmética parlamentaria, que garantiza que los moderados sumen una mayoría que permita resistir, el 9-J ha roto muchos tabúes sobre la extrema derecha, pese a la historia de Europa. La sacudida que vive ahora el eje Berlin-París se notará, además, en toda la Unión en un escenario de incertidumbre global, por la guerra de Rusia contra Ucrania, la de Israel en Gaza, el empuje de China y el proteccionismo de Estados Unidos. Y en una Europa que observa con enorme inquietud la posibilidad del regreso del populista Donald Trump a la Casa Blanca.
Carlos Martínez Mongay, ex alto funcionario de la Comisión Europea, recuerda que el engranaje fundamental de la UE descansa entre la Comisión Europea y el Consejo, es decir, los Estados miembros reunidos en conjunto. Si estas dos instituciones están alineadas, la Unión funciona con mucha más facilidad. Mongay advierte del riesgo del órdago de Macron al convocar elecciones anticipadas. Si triunfara el partido ultra de Le Pen en esos comicios, el presidente francés podría quedar neutralizado. Y se abriría la puerta a que haya ministros ultras en las negociaciones del Consejo de la UE, uno de los dos órganos legisladores de la UE.
Rebecca Christie, del Instituto Bruegel, también mira a Francia como el eslabón más “peligroso” si a finales de mes Le Pen se erige como vencedora de las legislativas. Eso se notaría en política migratoria e industria. En el primer asunto, se sumaría a la primera ministra italiana, Giorgia Meloni; en el segundo, Christie espera más presión “para repartir más ayudas a las empresas francesas”.
Una victoria del partido de Le Pen, con un Macron neutralizado, desencadenaría una crisis mayúscula en la UE. La situación en Alemania puede ser grave, sería malo para Europa, para la OTAN y para la política sobre Ucrania, pero es coyuntural, apunta Christie. En Berlín hay una alternativa clara europeísta con la oposición democristiana de la CDU. En cambio, la situación francesa lleva a pensar en un problema político más profundo, con un sistema de partidos barrido por un político vocacionalmente europeísta, que, en cambio, ha contribuido a debilitar enormemente a los partidos que más han hecho por levantar el edificio institucional en la UE.