El domingo pasado, Francia presenció un avance impresionante de la extrema derecha en las elecciones al Parlamento Europeo, un evento que no se había visto en 30 años. El candidato del Reagrupamiento Nacional (RN), Jordan Bardella, lideró las encuestas con un sorprendente 31,5% de los votos, eclipsando a la candidata de Macron, Valérie Hayer.
El presidente francés, Emmanuel Macron, anunció su decisión de disolver la Asamblea y convocar a nuevas elecciones legislativas. Esta decisión, según Macron, se tomó para permitir a los ciudadanos franceses tener una mayor influencia en el futuro de su Parlamento.
El triunfo de Bardella es el más significativo que cualquier partido ha visto en las elecciones europeas desde 1984. El éxito de RN es también la mayor victoria para el partido de Marine Le Pen, que nunca antes había logrado un margen tan amplio. Con estos resultados, RN se ha convertido en el segundo partido con mayor representación en el Parlamento.
En la vecina Alemania, el canciller Olaf Scholz y su coalición de gobierno sufrieron una derrota contundente. Los socialdemócratas (SPD), los Verdes y los Liberales (FDP) fueron castigados por los electores, que optaron por apoyar a la ultraderecha en un intento de evitar su victoria.
La Alternativa para Alemania (AfD) quedó en segunda posición en cuanto a votos, con un 16,4% de los votos, un avance del 5,4% en comparación con las elecciones de 2019. Los votos a favor de AfD fueron transversales, procedentes de diferentes partidos, incluyendo la CDU-CSU, los socialdemócratas, los Verdes y el FDP.
Bardella, de 28 años, celebró su victoria afirmando que era una clara señal para Emmanuel Macron. Pidió a Macron que disuelva el Parlamento y convoque elecciones legislativas. A pesar de los resultados, otros candidatos como Raphael Glucksmann y Manon Aubry interpretaron los resultados como un fracaso para el macronismo.
El triunfo de Bardella y la extrema derecha en Francia plantea interrogantes sobre el futuro político de Francia y Europa. Marine Le Pen, líder de la extrema derecha, ha suavizado su discurso en los últimos años, adoptando una postura más dura contra la inmigración y Europa.
En Austria, la ultraderecha también salió victoriosa, con el FP obteniendo el 27% de los votos. El partido gobernante, el democristiano VP, quedó en segunda posición con el 23,5% de los votos.
En Alemania, la conservadora Unión Cristianodemócrata (CDU) y la Socialdemocracia bávara (CSU) lograron una victoria aplastante, con entre el 29% y el 30% de los votos. La presidenta de la Comisión Europea y candidata de la CDU-CSU, Ursula von der Leyen, atribuyó el éxito en parte a la estrategia del partido de presentar listas regionales con figuras conocidas.
Estos resultados electorales en Francia, Alemania y Austria señalan una tendencia creciente hacia la extrema derecha en toda Europa. Con los desafíos actuales que enfrenta Europa, desde la inmigración hasta la economía, estos resultados podrían tener implicaciones significativas para el futuro político del continente.