El panorama político francés se ha visto sacudido por los resultados de las elecciones europeas, que han provocado un golpe significativo a la estabilidad del país. La cita electoral, que usualmente no genera gran movilización, ha llevado al presidente francés, Emmanuel Macron, a tomar la decisión de disolver la Asamblea y convocar elecciones legislativas anticipadas. Esta decisión fue tomada tras la victoria decisiva de la extrema derecha de Marine Le Pen.
Jordan Bardella, del Reagrupamiento Nacional (RN), obtuvo el 32% de los votos, una victoria considerable para su partido, conocido por su euroescepticismo. Esta cifra duplica el apoyo logrado por la candidata macronista, Valérie Hayer, que obtuvo el 15.2% de los votos. Esta victoria representa un golpe severo para Macron, quien ha hecho de la defensa de Europa el eje central de su política. Las elecciones se celebrarán el 30 de junio, y la segunda vuelta tendrá lugar el 7 de julio, apenas 20 días antes de los Juegos Olímpicos de París.
En un mensaje desde el Elíseo, Macron reconoció la derrota al declarar: «Franceses, hoy había que votar en estas elecciones europeas. La principal lección es clara: este no es un buen resultado para los partidos que defienden Europa». El presidente decidió dar a los ciudadanos franceses la opción de elegir su futuro parlamentario, una decisión que calificó como «difícil», pero que es un acto de confianza en su nación.
Macron también advirtió sobre el peligro que representa el ascenso de los demagogos nacionalistas para Francia y para Europa, además de la posición de Francia en el mundo. La participación en estas elecciones fue la más alta en 30 años, alcanzando un 52%. Este es el triunfo más grande de un partido en unas elecciones europeas desde 1984, cuando la lista de Simone Veil logró el 43%.
El triunfo de Marine Le Pen es una señal de que su estrategia de normalización de su discurso político está dando frutos. Le Pen declaró: «Estamos listos para ejercer el poder, listos para poner fin a esta inmigración masiva, hacer del poder adquisitivo una prioridad, listos para revivir a Francia». Por su parte, Bardella, de 28 años, celebró la victoria declarando que los franceses habían expresado su voluntad de cambio y que el presidente no podía permanecer sordo a este mensaje.
Estas elecciones se habían planteado como un referéndum anti-Macron. Bardella representa a un partido euroescéptico, mientras que Macron, un europeísta convencido, ha hecho hincapié en la importancia de reforzar la Unión para hacer frente a los nuevos desafíos. Sin embargo, los resultados de las urnas arrojan un escenario muy poco favorable para Macron en un momento muy complejo de su segundo mandato.
Macron no tiene mayoría en el Parlamento y ha tenido que sortear varias crisis, incluyendo la pandemia de Covid-19, la guerra en Ucrania y la crisis de inflación. Cada vez tiene más dificultades para obtener apoyos para sacar adelante sus reformas. El Hemiciclo está muy dividido, con los Republicanos, partido conservador con el que Macron contaba, ya no apoyándolo, y la coalición de izquierda que lideraba La Francia Insumisa está fracturada.
En este contexto, la extrema derecha de Le Pen es la única que no para de crecer en los sondeos. Los resultados no fueron una sorpresa, ya que los sondeos ya daban clara mayoría a Bardella. Raphael Glucksman, candidato del Partido Socialista y nueva esperanza de una izquierda fracturada, obtuvo el 14% de los votos, mientras que Reconquista, el partido de extrema derecha de Eric Zemmour, logró un 5.5%.
Bardella, criado en Drancy, uno de los barrios populares de la periferia parisina, ha sido eurodiputado desde 2019. Aunque ha sido criticado por su absentismo parlamentario, su victoria muestra un giro significativo en la política francesa. La participación en estas elecciones fue la más alta en 30 años, lo que es significativo teniendo en cuenta que las europeas no suelen movilizar al electorado. El 52.5% de los votantes participaron, dos puntos más que en 2019, cuando la participación fue del 50%.