Un movimiento de protesta se ha extendido rápidamente por los centros de detención de todo el país, con prisioneros comunes de al menos 16 cárceles, una decena de calabozos policiales y cuatro anexos femeninos participando en una huelga de hambre. Los manifestantes piden la liberación de aquellos presos que ya han cumplido su condena, así como mejoras en las condiciones de los centros de detención, que se han visto marcados por la superpoblación, la violencia, la falta de servicios básicos y la corrupción de los funcionarios.
«Expresamos y levantamos nuestro apoyo a la lucha pacífica en la que nos encontramos todos los privados de libertad en nuestro país», afirmó el portavoz de los recluidos en la cárcel de La Yaguara en Caracas, la última en sumarse a la iniciativa. Aseguró que la principal lucha de los prisioneros es por la libertad de todos los presos que ya han cumplido el 50% de la pena y han alcanzado con las redenciones de trabajo y estudio el 75% de la misma.
A lo largo del país, los prisioneros han hecho eco de este mensaje. En varios videos se puede ver a las reclusas golpeando los barrotes de las ventanas con objetos metálicos y repetir el «Gloria al Bravo Pueblo», el himno nacional.
El Observatorio Venezolano de Prisiones ha confirmado la participación de varias cárceles en la protesta, incluyendo el Centro de Formación para el Hombre Nuevo Libertador (Carabobo), el Centro Penitenciario de Occidente (Táchira), el Rodeo 3 (Miranda) y el Instituto Nacional de Orientación Femenina (Miranda).
El Observatorio describe el sistema penitenciario venezolano como uno en crisis, caracterizado por la violación de garantías judiciales y la negligencia en la administración de justicia. Muchos de los presos aún no tienen una sentencia firme, y se ven obligados a luchar constantemente en un entorno donde se violan sistemáticamente sus derechos humanos. Las cárceles venezolanas son descritas como «infiernos en la tierra» y «universidades del delito».
Los prisioneros se enfrentan a numerosos problemas todos los días. Muchos están detenidos en cárceles lejos de sus hogares, y las autoridades a menudo no los trasladan a los tribunales debido a la falta de transporte y gasolina. Además, los tribunales a menudo carecen de luz, de recursos materiales, de fiscales y de jueces.
El Observatorio ha señalado que hay casos de prisioneros que han enfrentado hasta 40 diferimientos en dos años o interrupciones de juicio.
Hasta ahora, el Ministerio del Poder Popular para el Servicio Penitenciario no ha emitido ninguna declaración sobre la huelga de hambre. Sin embargo, en su cuenta de redes sociales, se destacó una comida que Nicolás Maduro, el presidente de Venezuela, tuvo el domingo como parte de su campaña presidencial.
Esta situación pone de manifiesto la crisis que enfrenta el sistema penitenciario en Venezuela, donde los presos se ven obligados a tomar medidas drásticas para llamar la atención sobre su situación. La huelga de hambre es un reflejo de la desesperación y la frustración que sienten estos prisioneros, y es una llamada urgente a las autoridades para que tomen medidas para mejorar las condiciones en las cárceles y garantizar que se respeten los derechos humanos de los prisioneros.