El primer ministro húngaro, Viktor Orbán, ha registrado una victoria en las recientes elecciones, aunque ha enfrentado por primera vez en 14 años una seria competencia. A pesar de la victoria, el éxito de Orbán es agridulce, ya que Péter Magyar, un disidente de su partido que hasta febrero era relativamente desconocido, ha logrado un impresionante 29,9% de los votos. Esto es especialmente significativo ya que el partido de Orbán, el Fidesz, ha obtenido su peor resultado histórico en unas elecciones europeas, obteniendo solo el 44,3% de los votos.
De los 21 escaños húngaros en la Eurocámara, Fidesz ha ganado 11, dos menos que en 2019. Este descenso en el porcentaje de votos, junto con la pérdida de escaños, es motivo de preocupación para Orbán y su partido. El partido de Magyar, Tisza, ha irrumpido en la escena política con siete eurodiputados, colocándose en segundo lugar y dejando al resto de la oposición prácticamente anulada.
La participación en estas elecciones ha sido récord, llegando al 58,8%, casi 16 puntos más que en 2019. Orbán ha declarado que estas elecciones han enviado un claro mensaje a la UE: “Stop migración, stop género, stop guerra, stop Soros, stop Bruselas”.
El programa de campaña de Orbán se ha centrado en gran medida en la guerra en Ucrania. A lo largo de su campaña, el primer ministro ha repetido en numerosas ocasiones que nos encontramos a «centímetros de distancia de la guerra». Este mensaje resuena con su postura de apoyar una supuesta paz en Ucrania, una postura que en Occidente se interpreta como una capitulación del país invadido.
Orbán y la francesa Marine Le Pen son dos de los grandes impulsores de la idea de una gran alianza de extrema derecha en el Parlamento Europeo. Los diputados de Fidesz se vieron obligados a abandonar el grupo del Partido Popular Europeo (PPE) en 2021. Si no se logra formar la gran coalición ultra, Orbán ha mostrado interés en el Grupo de los Conservadores y Reformistas Europeos (ECR), donde están formaciones como Vox, los polacos de Ley y Justicia (PiS) o Hermano de Italia, de la primera ministra italiana, Giorgia Meloni.
El ascenso de Péter Magyar lo coloca como un serio competidor para Orbán. Magyar emergió como un contendiente notable en febrero, cuando un escándalo sacudió al Gobierno húngaro. La entonces presidenta húngara, Katalin Novák, fue sorprendida otorgando un indulto al encubridor de un pederasta, una situación que provocó una de las crisis más peligrosas de los cuatro mandatos consecutivos de Orbán.
En respuesta al escándalo, Magyar denunció la corrupción y decidió postularse a las elecciones europeas con el partido Tisza. A pesar de haber sido parte de las élites del Fidesz, en solo cuatro meses, Magyar logró un gran apoyo popular, realizando varias manifestaciones masivas contra Orbán y posicionándose como el segundo partido más votado.
Magyar se ha centrado en combatir la corrupción y ha mostrado un mayor europeísmo, abogando por la adhesión de Hungría a la Fiscalía europea. Sin embargo, las próximas elecciones parlamentarias no se celebrarán hasta 2026.
En Eslovaquia, el intento de asesinato del primer ministro, Robert Fico, no se tradujo en una victoria para su partido, Smer, que quedó en segundo lugar. El partido vencedor fue Eslovaquia Progresista, que duplicó su resultado de 2019 con seis escaños.
Finalmente, en la República Checa, el ex primer ministro Andrej Babis, conocido como el Trump checo, ganó las elecciones con siete de los 21 escaños y el 26,1% de los votos. La coalición SPOLU, en la que participa el Partido Democrático Cívico (ODS), obtuvo seis eurodiputados y el 22,27% de los votos.