El primer ministro israelí, Benjamín Netanyahu, se enfrenta a una nueva etapa de su gobierno luego del anuncio de Benny Gantz, un respetado ministro y antiguo aliado, de su decisión de abandonar el Gobierno de unidad. Gantz, quien formaba parte del minigabinete encargado de tomar decisiones clave sobre la invasión en Gaza, ha justificado su salida acusando a Netanyahu de ofrecer a su país «promesas vacías», en lugar de una «victoria verdadera». En respuesta, el primer ministro ha llamado a la unidad, argumentando que «Israel está en una guerra existencial en varios frentes».
Gantz ha explicado que su decisión de unirse al Ejecutivo de emergencia pocos días después del ataque del 7 de octubre fue «fácil», ya que representaba un acto de solidaridad con el resto de los israelíes. Sin embargo, después de meses intentando de «influir en el rumbo del barco en habitaciones cerradas», ha llegado a la conclusión de que Netanyahu solo ofrece «promesas vacías», en lugar de una «victoria verdadera». Según Gantz, una verdadera victoria implicaría el regreso de todos los rehenes, el reemplazo de Hamás como fuerza gobernante en Gaza y la creación de una alianza regional contra Irán.
La decisión de Gantz y de otros dos ministros de su partido, Gadi Eizenkot y Hili Tropper, de abandonar el Ejecutivo no implica la celebración de elecciones ni la disolución de la coalición. Sin embargo, sí aumenta la presión sobre Netanyahu para que convoque elecciones anticipadas. Con la salida de Gantz, Netanyahu vuelve a quedar únicamente con aliados que se encuentran a su derecha, en una situación similar a la que se vivió durante un convulso año entre las últimas elecciones legislativas y el ataque de Hamás que desencadenó la invasión de Gaza.
Netanyahu ha tenido que enfrentar presiones tanto internas como externas. En el frente internacional, la salida de Gantz implica la pérdida de un interlocutor que era considerado una voz razonable en el Gobierno “más conservador en la historia de Israel”, como lo definió en diciembre el presidente Joe Biden. Por otro lado, uno de sus socios en el gobierno, el ultraderechista ministro de Seguridad Nacional, Itamar Ben Gvir, ha aprovechado la salida de Gantz para reclamar más peso en las decisiones estratégicas del Ejecutivo.
La salida de Gantz del Ejecutivo se produce en un contexto de creciente descontento con la gestión de Netanyahu. Si se celebrasen elecciones mañana, la coalición de Gobierno quedaría fuera del poder, según coinciden los sondeos, y el partido de Gantz ganaría con claridad. Aunque Netanyahu ha venido recuperando terreno poco a poco, su popularidad ha sufrido un desgaste significativo a raíz de la reforma judicial y el ataque del 7 de octubre.
Gantz era, junto con Netanyahu y el titular de Defensa, Yoav Gallant, uno de los únicos tres políticos con derecho de voto en el minigabinete que toma las decisiones más relevantes sobre el curso de la guerra. Su salida del Ejecutivo, lejos de ser una decisión impulsiva, es el resultado de una serie de desacuerdos estratégicos y políticos con Netanyahu. En los últimos meses, cada vez más partidarios de Gantz veían su permanencia en el Ejecutivo como un regalo inmerecido a un Netanyahu que, según ellos, alarga artificialmente la guerra y rechaza convocar elecciones anticipadas mientras continúe esa misma guerra.
En definitiva, la salida de Gantz del Ejecutivo representa un nuevo desafío para Netanyahu y pone de manifiesto las crecientes tensiones y divisiones dentro del Gobierno israelí. Aunque la coalición de Gobierno se mantiene en pie, la presión para que se convoquen elecciones anticipadas es cada vez mayor. Mientras tanto, la incertidumbre sobre el futuro de Israel y su conflicto con Gaza sigue en aumento.