El partido de ultraderecha Alternativa para Alemania (AfD) ha estado en el radar alemán durante algún tiempo, pero su reciente aumento de cara a las elecciones europeas y la posibilidad de que ingrese por primera vez en los gobiernos regionales en septiembre ha hecho saltar las alarmas. Esta preocupación no sólo se encuentra entre los políticos y expertos, sino también entre las principales empresas del país, que temen por el modelo económico y la prosperidad de Alemania. Ante esta preocupación, algunas de las principales empresas alemanas crearon una alianza llamada Defendemos los valores para alertar contra el crecimiento de formaciones extremistas y racistas.
Miguel Ángel López Borrego, el consejero delegado de Thyssenkrupp, una de las empresas que decidió unirse a esta iniciativa, explicó a EL PAÍS que la decisión se debía a la creciente influencia de los partidos populistas en varios estados federados alemanes. Brandeburgo, Turingia y Sajonia celebran elecciones en septiembre y, según los sondeos, AfD será la primera fuerza política en estos tres estados federados del este de Alemania.
En respuesta a este creciente apoyo a AfD, los presidentes de más de 30 grandes empresas alemanas decidieron actuar y dar ejemplo. Aunque las empresas han pedido a sus empleados que no voten a partidos populistas y extremistas, Borrego reconoce que esta es una medida excepcional. Las empresas alemanas siempre han operado a nivel mundial, especialmente en Europa, y por lo tanto tienen un interés particular en las elecciones europeas.
El crecimiento de AfD desde su entrada en el Parlamento alemán en 2017 ha sido notable, superando incluso a los socialdemócratas en los sondeos. Según Borrego, una de las razones de este crecimiento es la sensación de incertidumbre entre la población, que siente que el gobierno no tiene la situación bajo control. Esta sensación de incertidumbre se ha visto agravada por una serie de crisis, desde la pandemia de COVID-19 hasta la guerra en Ucrania y la transición energética.
Borrego enfatizó la importancia de una Europa fuerte, abierta y democrática para sus negocios y para la prosperidad de Alemania. Advierte del peligro que representan el populismo y el extremismo para la integración europea y defiende la necesidad de «mucha más Europa» para competir con países como Estados Unidos, China o India.
La inmigración es un tema clave en el discurso de AfD, pero Borrego señala que Alemania necesita alrededor de 400.000 nuevos trabajadores cualificados cada año para mantener su nivel de producción. Sin los trabajadores extranjeros, empresas como Mercedes y Thyssenkrupp no serían capaces de operar. Borrego también señaló que los procesos burocráticos que dificultan la integración de los migrantes en Alemania están alimentando las posturas extremistas.
La formación de la alianza Defendemos los valores ha llamado la atención en España, donde los empresarios suelen ser reacios a hablar públicamente de los peligros del extremismo. Borrego cree que la situación en España no es comparable a la de Alemania y que, por el momento, no hay motivo para que los empresarios españoles se pronuncien al respecto.
A pesar de que esta campaña contra el populismo y el extremismo puede tener un efecto negativo en sus negocios, Borrego afirma que las reacciones negativas no les disuaden de defender sus valores. En este momento histórico, dice, es importante estar del lado de aquellos que ven la diversidad como una ventaja y quieren vivir juntos en paz. La exclusión no lleva a ninguna parte, en ningún país.
