Una agenda legislativa con potencial para perder y ganar

Una agenda legislativa para perder-ganando

El panorama político puede ser un tablero de ajedrez complicado y estratégico, donde a veces, ganar una votación no es la única vía para avanzar. Aquí se explora el concepto de “perder-ganando”, un término intrigante en el ámbito de la estrategia parlamentaria. Este fenómeno ocurre cuando un partido o coalición parlamentaria puede sufrir una derrota en una votación específica o batalla legislativa, pero al mismo tiempo, logra obtener beneficios estratégicos a largo plazo que superan la derrota inmediata. Este enfoque puede ser utilizado para fortalecer su posición futura, ganar apoyo popular o debilitar a sus oponentes.

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Según Álvaro Ramis, teólogo y Rector de la Universidad Academia de Humanismo Cristiano, el reciente discurso del Gobierno durante la Cuenta Pública del 1 de junio demostró un rediseño en su estrategia, especialmente frente a los obstáculos de la oposición. A pesar de las dificultades para aprobar reformas importantes, el Gobierno parece estar explorando la estrategia de “perder-ganando”.

Consideremos la siguiente situación: propuestas previsionales y tributarias que deberían tener un amplio apoyo no han logrado avances significativos. Menos aún las propuestas de legislación del aborto, eutanasia, condonación del CAE o negociación sindical. Se trata de una agenda que produce fuertes reacciones de la derecha y, dada la actual correlación de fuerzas, es poco probable que tenga éxito.

La idea de “perder-ganando” se basa en varios aspectos estratégicos. Primero, el posicionamiento público: aunque un partido pierda una votación, puede utilizar esa derrota para resaltar su postura y ganar apoyo público. Al presentar una propuesta popular que es rechazada, una bancada puede presentarse como defensora de los intereses socialmente mayoritarios, lo que puede traducirse en un aumento de apoyo electoral en el futuro.

Segundo, la exposición de la oposición: al llevar a cabo votaciones en temas polémicos, un partido o bancada puede obligar a sus oponentes a tomar posiciones impopulares. Esto puede debilitar a sus oponentes al exponer sus argumentos más impopulares, sus vulnerabilidades y desacuerdos internos.

Tercero, la construcción o consolidación de coaliciones: perder una votación puede servir como un ejercicio para construir alianzas y coaliciones estratégicas a largo plazo. A través del proceso de negociación y cooperación, una bancada puede fortalecer sus relaciones con otros grupos parlamentarios o actores políticos con los cuales puede tejer relaciones programáticas puntuales.

Cuarto, Agenda setting: aunque una propuesta no sea aprobada, el simple hecho de presentarla puede poner el tema en la agenda pública y parlamentaria. Esto puede iniciar un debate importante y preparar el terreno para futuros esfuerzos legislativos.

Quinto, Pruebas de apoyo interno: A veces, un partido o bancada puede utilizar una votación para evaluar el nivel de apoyo interno y cohesión entre sus miembros. Esto puede ser útil para identificar lealtades de sus parlamentarios, identificar áreas de descontento o disonancia y generar criterios de evaluación de cara a la reelección de sus parlamentarios más díscolos.

Sexto, Concesiones y compromisos: Perder una votación puede ser parte de una estrategia más amplia para obtener concesiones de los oponentes en otros temas importantes. Al ceder en un área, un partido puede ganar terreno en otra área que considere más crucial.

Séptimo, Desgaste del adversario: Forzar a los opositores a luchar repetidamente por temas difíciles puede desgastarlos y desviar sus recursos y atención de otros objetivos estratégicos.

La estrategia de “perder-ganando” requiere una clara visión estratégica, una comprensión profunda del panorama político y la capacidad de comunicar eficazmente los beneficios a largo plazo a sus militantes, electores y al público en general. Sin embargo, esta táctica también puede conllevar riesgos significativos. Por ejemplo, puede aumentar la dificultad para aprobar leyes en áreas menos conflictivas y existe la posibilidad de que la estrategia de perder-ganando se convierta simplemente en un perder-perder, si no se tiene un liderazgo colectivo fuerte.

Para que la estrategia de perder-ganando sea exitosa, es necesario convocar al país a un nuevo momento de movilización activa, donde el objetivo principal sea conseguir un Congreso para los cambios, y que este objetivo se superponga a los intereses particulares de los parlamentarios en ejercicio y de sus partidos. Sin esa amplia perspectiva, sin ese sentido-país, este ejercicio puede ser inútil. Pero si se aprovechan estas derrotas tácticas, la confrontación con la oposición puede servir a la coalición de gobierno para movilizar a sus votantes de cara a las próximas citas electorales.

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