Elecciones mexicanas 2024: El PRI, pese a su historia, ya no es relevante en México

EL PAÍS

El pasado domingo 2 de junio, México vivió una jornada electoral que, a todos los efectos, resultó sorprendente. El resultado fue tan favorable para el partido del Gobierno, Morena, que incluso ellos mismos debieron quedar descolocados. Si bien se esperaba que la presidenta electa, Claudia Sheinbaum, ganara con cierta ventaja, el resultado fue una aplastante mayoría en las Cámaras legislativas para Morena. Este hecho arroja luz sobre la situación crítica que atraviesa el Partido Revolucionario Institucional (PRI), que gobernó México durante siete décadas y fue considerado la única opción.

El PRI, con su bandera tricolor, se había convertido en sinónimo de México. Fue descrito acertadamente por el premio nobel, Vargas Llosa, como una «dictadura perfecta». Sin embargo, en estos recientes comicios, el PRI ha obtenido algo más de 5,4 millones de votos, menos del 10%, con una participación del 60% de los 98 millones de electores. Estos resultados se traducen en alrededor de 34 diputados de un total de 500, lo que sitúa al PRI como la quinta fuerza en esa Cámara, y 17 senadores, ocupando el tercer puesto.

Dulce María Sauri, de 72 años, una histórica del partido, que fue presidenta de su Consejo Nacional e integrante del Consejo Político, ha sido legisladora, gobernadora en Yucatán y presidenta en la Cámara de Diputados. Según Sauri, la situación es crítica y delicada, puesto que el descenso del PRI ha sido consistente durante años. La derrota del año pasado en el Estado de México, que había sido por siempre el gran bastión del partido y cuna de varios presidentes, fue un golpe crítico.

En julio del año pasado, un grupo de senadores, entre ellos algunos históricos, abandonaron el partido por discrepancias con la dirección y con ellos se fueron 320 priistas. En este contexto, el PRI ha perdido mucha fuerza, con muchos de sus militantes uniendo fuerzas con otras formaciones políticas.

Tras el triunfo de Enrique Peña Nieto en 2012, el PRI vivió la ilusión de una vuelta al escenario político, pero la gran victoria del presidente actual, Andrés Manuel López Obrador, en 2018, les dio un golpe de realidad del que no se han recuperado. La fuerza que exhibe Morena y la decadencia del PRI configuran en México una especie de nuevo sistema de partidos, una suerte de transición.

El profesor Rogelio Hernández, buen conocedor de la realidad política mexicana, menciona que a los gobiernos priistas “se le acumularon conflictos sociales, políticos y económicos en los años setenta y concentró las peores prácticas políticas, lo que le generó un enorme desprestigio”.

Exceso de confianza, ignorancia para leer la enorme diversidad mexicana de norte a sur que han manifestado algunos de sus dirigentes o cuadros gobernantes, incompetencia y soberbia políticas, son algunas de las causas que le fueron desgastando al PRI, según Hernández, y que dieron paso a la arrolladora victoria de López Obrador.

El PRI, a pesar de su pérdida significativa de poder, sigue teniendo cierto peso político a nivel local. Conserva todavía redes caciquiles por barrios que mueven el voto. No obstante, ha perdido su capacidad de reciclaje en la dirección y de reclutamiento de militantes, algo que conserva el PAN, otro partido político mexicano.

Para encarar el futuro, Dulce María Sauri sostiene que el PRI debe enfrentar una verdadera resignificación del partido, que no pasa por cambiarle el nombre. Antes de replantearse si caminan solos o en coalición con otras fuerzas, como ahora, Sauri defiende que deben «arreglar la propia casa».

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