El presidente de Ucrania, Volodímir Zelenski, ha iniciado un maratón de tres semanas de visitas en el extranjero con el objetivo de obtener un apoyo internacional incondicional para los planes de defensa de Ucrania, sin conceder ningún terreno político o militar a Rusia. En una entrevista el 21 de mayo con The New York Times, Zelenski admitió que sus aliados occidentales «están titubeando» y que «todos dejan la puerta entreabierta a Rusia».
Su viaje comenzó en España el 27 de mayo, donde inició una serie de reuniones intensivas que incluyen visitas a al menos 10 países. Zelenski estuvo presente en la conmemoración del 80º aniversario del Desembarco de Normandía, donde el mensaje era doble: recordar la victoria contra el nazismo y un frente común contra el imperialismo ruso. Sin embargo, incluso durante los preparativos para el aniversario del Día D, surgieron temores en Kiev de que sus socios dejen esa puerta entreabierta a Moscú.
Emmanuel Macron, el presidente francés, se reunirá con Zelenski en París en una cita cargada de simbolismo. Aunque la ayuda militar francesa a Ucrania es significativamente menor que la alemana o británica, Macron ha adoptado una postura más desafiante hacia Rusia y más cercana al líder ucraniano que otras grandes potencias.
Europa, con Macron y el canciller alemán, Olaf Scholz, al frente, está demostrando menos titubeos con Ucrania que Estados Unidos, que está inmerso en las primeras etapas de las elecciones presidenciales. El probable candidato republicano, Donald Trump, es partidario de poner fin a la ayuda militar para Ucrania. Y los demócratas, según han informado medios estadounidenses como Politico, prefieren que la invasión pase a un segundo plano durante las presidenciales por temor a que les pase una factura electoral.
Zelenski también visitó Madrid el 27 de mayo, Lisboa y Bruselas el 28, y Estocolmo el 31 de mayo, donde firmó tratados bilaterales de defensa a 10 años con los gobiernos de Noruega, Suecia e Islandia. Hizo lo mismo en Portugal y Bélgica, y antes en España. El presidente Pedro Sánchez se comprometió con una asistencia militar récord por parte española, de más de 1.100 millones de euros este año, más el apoyo del Ejecutivo en las aspiraciones de Ucrania para acceder a la OTAN.
Zelenski ha tenido la oportunidad de reunirse en las playas de Normandía con su homólogo estadounidense, Joe Biden, después de dos semanas de tensiones bilaterales. La resistencia personal de Biden a permitir que las armas proporcionadas por su ejército a Kiev se utilicen para destruir posiciones militares en suelo ruso ha alimentado «el mayor momento de tensión y distanciamiento en las relaciones entre Estados Unidos y Ucrania», según fuentes de ambos gobiernos citadas por el Financial Times.
Zelenski pronunció unas declaraciones en Bruselas el 28 de mayo que no fueron bien recibidas en la Casa Blanca. Biden ha descartado su presencia en la Cumbre de la Paz que se celebrará el 15 y 16 de junio en Suiza. En este encuentro, más de 100 Estados discutirán formas de apoyo a Ucrania y el plan de 10 puntos de Zelenski para unas hipotéticas negociaciones de paz con Rusia. La ausencia de Biden, dijo Zelenski, «solo la aplaudirá Vladímir Putin, y será una ovación en pie».
China es el principal aliado que tiene Rusia en el escenario internacional, tanto en el plano económico como en el diplomático. Pekín no asistirá a la Cumbre de la Paz de Suiza, siguiendo la lógica de que cualquier discusión sobre el final de la guerra solo es productiva si Moscú participa. Zelenski ha jugado una carta arriesgada en estas semanas de periplo internacional: cargar directamente contra China.
Las posibilidades de expulsar a Rusia de Ucrania por la vía militar son escasas. Mikola Bielieskov, un destacado analista e investigador del Instituto Nacional para Estudios Estratégicos, publicó un estudio la semana pasada en el que señalaba que una «victoria estratégica realista para Ucrania» será tener recursos suficientes para defender el territorio no ocupado por Rusia en el próximo año y medio.
La agenda de Zelenski se centra precisamente en persuadir a la comunidad internacional de que ante Rusia no se puede ceder ni un ápice. El tiempo y un frente de guerra favorable al Kremlin juegan en su contra.