El experimento danés de ingeniería social y su transformación en gueto
Imagínese viviendo en una ciudad futurista, una visión de un futuro mejor. Un lugar donde los trabajadores y sus familias habitan en amplios apartamentos de alquiler, equipados con balcones, grandes ventanas, electrodomésticos modernos, calefacción central, ascensores y cocinas actualizadas. Un lugar donde cada necesidad esencial para una vida plena, desde la infancia hasta la vejez, se cumple: escuelas, piscinas, centros comerciales, instalaciones deportivas, teatros, bibliotecas. Este fue el sueño de Knud Blach Petersen, un arquitecto modernista danés que conceptualizó Gellerupparken, un nuevo barrio en el distrito de Brabrand, en Aarhus, la segunda ciudad más grande de Dinamarca, construido entre 1968 y 1970.
Este paraíso de bloques de cemento, rodeado de zonas verdes, se concibió como la expresión física del estado de bienestar nórdico, un experimento de ingeniería social. Sin embargo, medio siglo después, esta visión utópica se ha desvanecido. Gellerup, antaño considerada la «ciudad más hermosa de Dinamarca», es ahora, literalmente, un gueto. La utopía se ha convertido en distopía, y ningún otro lugar simboliza mejor los problemas de la sociedad danesa con la inmigración.
Los altos índices de desempleo y criminalidad, las desmesuradas inversiones en programas de integración, las sociedades paralelas y el extremismo islamista son problemas recurrentes en todas las elecciones celebradas en Dinamarca en las últimas décadas. Gellerup es un claro ejemplo de estos problemas. De hecho, en la mezquita salafista de Grimhøjsvej en Gellerup se originó la masiva protesta del mundo árabe contra las caricaturas de Mahoma publicadas por el periódico danés Jyllands-Posten en 2005.
En un intento por abordar estos problemas, el Gobierno danés ha adoptado un plan radical de reconversión y realojamiento forzado en Gellerup. Este plan implica la demolición de bloques enteros de edificios y la construcción de viviendas más acordes con el siglo XXI. El objetivo declarado, que ha sido calificado de racista por sus detractores, es reducir la proporción de habitantes no occidentales a un máximo del 50%.
La degradación de Gellerup comenzó casi inmediatamente después de su construcción, con la crisis del petróleo de principios de la década de 1970 y la priorización política de la vivienda asequible en propiedad. Cuando, debido a las deducciones fiscales, resultó más rentable comprar una casa con jardín en los suburbios, las familias se marcharon del barrio. La clase media desapareció y los pisos vacíos fueron asignados por el Ayuntamiento a madres solteras y desempleados. A partir de los años 80 y 90, con el enorme aumento de la inmigración, la gran mayoría de los inquilinos pasó a ser extranjera, procedente principalmente de países musulmanes.
En 2010, el Gobierno danés estableció una lista de zonas vulnerables, es decir, barrios que se caracterizan por condiciones como bajos índices de empleo e ingresos, altas tasas de delincuencia y altas concentraciones de grupos étnicos no occidentales. Gellerup formaba parte de esta lista. Sin embargo, la evolución en los últimos años ha sido positiva. La tasa de desempleo entre sus habitantes se ha reducido, la proporción de inmigrantes y descendientes de países no occidentales ha disminuido, y el porcentaje de condenados por delitos también ha disminuido.
Pero a pesar de estas mejoras, la inseguridad sigue siendo un problema grave en Gellerup. Según datos publicados por la Policía de Aarhus, unas 60 familias del gueto se dedican a la delincuencia como medio de vida. Los intentos del Ayuntamiento de Aarhus de frenar las actividades de una sola de estas familias le ha supuesto gastos de más de 60 millones de coronas (unos 8 millones de euros).
El caso de Mjølnerparken, un barrio de Copenhague, es similar a Gellerup, aunque a una escala mucho menor. Aunque el sueldo medio en Gellerup es apenas un 53% de la media nacional danesa y un 75,4% de sus habitantes sólo tiene la educación escolar básica, Claus Bech-Danielsen, catedrático en el Instituto de Construcción, Ciudad y Medio Ambiente de la Universidad de Aalborg, se muestra optimista: «No me sorprendería que, en un par de años, desaparezca de la lista. Para 2030, el Gellerup que hemos conocido habrá dejado de existir. En general, los datos muestran que la medicina está funcionando. Se está consiguiendo transformar estas zonas tanto física como socialmente, aunque es cierto que aquellos residentes que deben mudarse forzosamente, como también ha ocurrido en Mjølnerparken, pagan un precio muy alto».
De momento, el Tribunal Superior de Justicia del Oeste de Dinamarca ha dictaminado que varios litigios relativos a la rescisión de contratos de arrendamiento deben esperar a que el Tribunal de Justicia de la UE se pronuncie sobre ellos. Esto podría dar lugar a años de retrasos en la construcción de 470 viviendas y, sobre todo, de un nuevo colegio, uno de los elementos centrales del plan de reconversión.