El Salón de Ginebra, durante mucho tiempo, fue un testamento de la dominación europea en la industria automotriz. Como periodista de motor que ha estado cubriendo este sector durante más de tres lustros, he tenido el privilegio de asistir a este evento que, hasta hace poco, era un símbolo de la hegemonía europea en el mundo del automóvil. Pero los tiempos están cambiando, y el Salón de Ginebra es ahora un reflejo de las nuevas fuerzas que sacuden la industria y de las incertidumbres que la rodean.
El Salón de Ginebra, sin lugar a dudas, era uno de los mejores escaparates para apreciar el dominio de las marcas europeas, la tecnología, el diseño y el poderío que se medía en metros cuadrados de moqueta. Los salones de París y Frankfurt eran también un símbolo del poder oligopólico y, por qué no decirlo, de cierta arrogancia, de las marcas francesas y alemanas, que en algún momento se creyeron invencibles y cuya posición de dominio en el mercado parecía incontestable y eterna.
La última edición de este año, que ahora sabemos también será la última en la historia de Ginebra, salvo que se reconsidere la decisión de no volver a organizar este evento, reveló dos cuestiones: la falta de interés en este tipo de eventos de los fabricantes tradicionales, y el aluvión de nuevas marcas asiáticas y su interés por dar a conocer su producto al público europeo.
De los 37 expositores, solo 19 eran fabricantes de coches. De las 23 novedades que se exhibían, solo 10 eran europeas. Estos datos son un claro indicador de la creciente influencia de las marcas asiáticas en el mundo del automóvil.
La situación actual tiene sus raíces en el pasado. Hace tiempo que los fabricantes empezaron a cuestionar el sentido de la inversión requerida por los grandes salones europeos y su cuestionable retorno. Empezaron a dejar de asistir a citas importantes o incluso a apostar por la organización de grandes eventos propios, de marca, o de grupos de marcas.
Desde 2023, el Salón de Ginebra también se celebra en Doha, Catar, el mismo lugar en el que en 2025 se celebrará la próxima edición de este salón, que, hasta nueva orden, no volverá a tierras suizas. Parece que un gran evento como este solo puede ser viable con las ingentes inversiones que se están llevando a cabo desde Oriente Próximo, y no solo en el ámbito del automóvil. Hablamos de fútbol, boxeo, automovilismo y motociclismo e incluso tenis y golf, para atraer la atención internacional y, por qué no decirlo, ejercer eso que llaman poder blando.
Esta transición del Salón de Ginebra de ser un símbolo de la dominación europea en la industria automotriz a un reflejo de las nuevas fuerzas que la están remodelando es emblemática de los cambios más amplios que están teniendo lugar en el mundo del automóvil. Las marcas tradicionales se están replanteando su enfoque hacia los grandes salones europeos, mientras que las nuevas marcas asiáticas están aprovechando la oportunidad para hacerse conocer en Europa. Y mientras tanto, las ricas naciones del Golfo están invirtiendo en estos eventos como parte de sus esfuerzos para ganar influencia en la escena mundial.