La reciente Cuenta Pública 2024 del presidente chileno Gabriel Boric generó reacciones significativas en el ámbito público, principalmente debido a sus fuertes anuncios relacionados con la legalización del aborto y la eutanasia. Estas propuestas, que el Ejecutivo planea impulsar en los próximos meses, han abierto un amplio debate sobre los valores y ética en la sociedad chilena.
En respuesta a estos anuncios, la Conferencia Episcopal, una organización eclesiástica influyente, expresó su oposición en un comunicado publicado el domingo. La organización sostiene que las iniciativas propuestas por el gobierno representan una «contradicción» con su objetivo declarado de «crear un ambiente de mayor seguridad y de un mejor cuidado de la vida de todos».
La Conferencia Episcopal lamentó profundamente estas propuestas, declarando que atentan contra el «valor sagrado e inviolable de la vida humana». Según la Iglesia, la dignidad de todo ser humano tiene un carácter intrínseco y es válida desde el momento de su concepción hasta su muerte natural.
La posición de la Iglesia sobre el aborto se basa en la creencia de que el aborto provocado es la eliminación deliberada y directa de un ser humano en la fase inicial de su existencia, que va desde la concepción hasta el nacimiento. Para la Iglesia, un ser humano es siempre sagrado e inviolable, independientemente de las circunstancias y en cada etapa de su desarrollo. En esta línea, insisten en que no existen supuestos derechos sexuales y reproductivos que justifiquen atentar contra la vida de otros.
En lo que respecta a la eutanasia, la Conferencia Episcopal sostiene que la vida humana, incluso en su condición más dolorosa, es portadora de una dignidad que siempre debe ser respetada. Por lo tanto, argumenta que no se puede eliminar la propia vida ni la de los demás bajo el peso del sufrimiento.
La Conferencia Episcopal hace un llamado a las autoridades para que no relativicen el valor de la vida humana. Según la organización, la percepción de la gravedad del aborto y de la eutanasia se ha ido debilitando progresivamente en la conciencia de muchas personas, en consonancia con el desprecio a la vida humana que se manifiesta en nuestros días.
En su comunicado, la Conferencia Episcopal recuerda las palabras del presidente, quien hizo un llamado a expulsar de nosotros el «monstruo de la desesperanza», teniendo confianza en el país que somos y podemos ser. La organización eclesiástica sostiene que no lograremos construir un futuro compartido como país si olvidamos los derechos de los más vulnerables y frágiles.
La Conferencia Episcopal concluye afirmando que la defensa de la vida por nacer está íntimamente ligada a la defensa de cualquier derecho humano y supone la convicción de que un ser humano es siempre sagrado e inviolable. Esta declaración proporciona una visión clara de la postura de la Iglesia sobre estos temas y seguramente influirá en las discusiones futuras sobre la legalización del aborto y la eutanasia en Chile.