El mundo de la medicina a menudo presenta historias que a primera vista parecen extrañas, pero que al examinarlas más de cerca, revelan innovaciones fascinantes y potencialmente revolucionarias. La historia de Marco, un físico e investigador del Instituto de Bioingeniería de Catalunya (IBEC), es un ejemplo de ello. Después de experimentar dolor intenso, Marco fue diagnosticado con una infección por Clostridioides difficile, una bacteria patógena que lo llevó a ser hospitalizado y tratado con antibióticos durante diez días. Sin embargo, los síntomas reaparecieron, lo que llevó a otra hospitalización y a un régimen de antibióticos más potentes.
En medio de esta experiencia, la curiosidad científica de Marco lo llevó a investigar más sobre la bacteria. Descubrió que después de la tercera recaída, la infección ya no podría ser curada, lo que significaría un tratamiento de antibióticos de por vida. También encontró investigaciones sobre ensayos clínicos en Estados Unidos que utilizaban el trasplante de microbiota fecal, un tratamiento con una tasa de éxito del 90% en pacientes con una segunda recaída.
Decidió buscar en España a alguien que estuviera llevando a cabo este procedimiento y encontró a Jordi Guardiola y al Hospital de Bellvitge. En 2017, después de presentar su caso a Guardiola, se sometió a una colonoscopia y a un trasplante de microbiota fecal. Según Marco, el tratamiento fue increíblemente efectivo y no ha tenido una reinfección por C. difficile desde entonces.
La infección por C. difficile es un problema que afecta a un porcentaje reducido de la población, pero puede llevar a problemas de salud graves e incluso a la muerte. Se estima que cada año en España, unos 7600 individuos sufren de esta infección. Las infecciones recurrentes por C. difficile se tratan con antibióticos que, sin embargo, pueden irritar la microbiota intestinal, lo que puede provocar que entre el 20 y el 30% de los pacientes recaigan y necesiten volver a tomarlos.
El trasplante de microbiota fecal puede ayudar a tratar esta infección al repoblar la microbiota intestinal y limitar el espacio para los patógenos. Aunque este procedimiento puede parecer nuevo, en realidad se utilizaba en China en el siglo IV para tratar casos graves de intoxicación alimentaria y diarrea. Fue revivido en los años 2000 después de una epidemia en Estados Unidos y Canadá causada por una cepa particularmente agresiva de C. difficile.
En 2018, el Hospital Universitario de Bellvitge y el Hospital Clínico de Barcelona fueron pioneros en España en aplicar este tratamiento. Actualmente, el trasplante de microbiota fecal sólo está aprobado internacionalmente para tratar infecciones recurrentes por C. difficile. Sin embargo, se están realizando numerosos ensayos clínicos en todo el mundo para estudiar su aplicación en enfermedades como la enfermedad inflamatoria intestinal, la obesidad, la diabetes, el alzhéimer y otras enfermedades neurológicas, e incluso el cáncer.
Para realizar un trasplante de microbiota fecal, se necesita una muestra de heces de un donante sano. Esta muestra se procesa y se inserta en el colon del paciente. Aunque la mayoría de las veces se realiza a través de una colonoscopia, cada vez más se investiga el uso de cápsulas, un procedimiento menos invasivo pero algo menos eficaz.
A finales de 2023, los dos hospitales catalanes se aliaron para crear el Banco de Microbiota de Catalunya, el primer banco público de su tipo en España. Este banco permite a los hospitales procesar las muestras de donantes seleccionados y congelarlas a -80ºC durante dos meses en cuarentena. Después de este tiempo, se realiza un nuevo cribado del donante y si todo es correcto, las muestras se liberan y se consideran aptas para trasplantar.
En resumen, la historia de Marco pone de relieve la importancia de la innovación y la investigación en la medicina moderna. A través de su experiencia, podemos ver cómo un antiguo tratamiento, el trasplante de microbiota fecal, ha sido revivido y adaptado para tratar una infección bacteriana moderna. Es un recordatorio de que a veces, las soluciones más eficaces pueden encontrarse en los lugares más inesperados.