En mayo, un evento simbólico en Pekín capturó la atención del mundo. El presidente ruso, Vladimir Putin, concluyó su visita a la capital china con un abrazo sorprendentemente emotivo de su homólogo, el líder chino Xi Jinping. Esta muestra de camaradería entre los dos líderes fue un hito en el fortalecimiento de los lazos comerciales y militares entre Rusia y China, aunque también envió un fuerte mensaje a su rival común, los Estados Unidos.
Esta visita a China, la segunda que Putin realizó en ocho meses, marcó otro avance en la asociación estratégica entre los dos gigantes globales. Pero para Ucrania, el abrazo de Xi a Putin fue un golpe duro a sus aspiraciones de que China pudiera usar su influencia para presionar a Rusia para que detuviera la invasión a su territorio.
El presidente ucraniano Volodmyr Zelensky parece haber entendido esto y ha cambiado su tono con respecto al apoyo de China a Rusia. En una reciente participación en el Dilogo Shangri-La, un foro de seguridad de Asia-Pacífico que se celebra en Singapur, Zelensky acusó a China de prolongar la guerra con su apoyo a Rusia, y de ejercer presión junto a Rusia para que otros países no participen en la conferencia internacional de paz sobre Ucrania, planificada para celebrarse en Suiza a mediados de junio.
Además, el líder ucraniano acusó a China de ser una herramienta en manos de Putin, y afirmó que algunos elementos del arsenal militar ruso provienen de China. Estas declaraciones de Zelensky reflejan una creciente frustración con la posición de China en el conflicto ucraniano, y la percepción de que el gigante asiático está favoreciendo a Rusia en detrimento de Ucrania.
En enero, durante su asistencia al foro económico de Davos, Zelensky intentó reunirse con el enviado de Pekín, el primer ministro Li Qiang, pero no obtuvo respuesta. En el encuentro en Singapur, también buscó un diálogo con los representantes chinos, pero nuevamente quedó sin respuesta.
Hace un año, con la invasión rusa a Ucrania, China propuso un «plan de paz» de 12 puntos que pedía respeto a la soberanía de todos los países y un alto al fuego. Pero también criticaba las sanciones a Rusia y consideraba legítimas las preocupaciones de seguridad de Putin sobre la expansión de la OTAN hacia Europa del Este. A pesar de que Zelensky inicialmente acogió con agrado este plan, las relaciones entre Pekín y Kiev no han avanzado significativamente.
La postura de neutralidad de China en el conflicto ha sido frustrante para Kiev, ya que la asociación chino-rusa, al menos en el terreno económico, se ha fortalecido. Esto ha permitido a Moscú sortear las sanciones occidentales. En respuesta a esto, Ucrania incluyó el año pasado a tres de los mayores productores chinos de petróleo y gas en su lista de «patrocinadores internacionales de la guerra».
Este creciente descontento con la postura de China en el conflicto ucraniano, y las acusaciones de que está ayudando a Rusia, han generado una creciente tensión en las relaciones entre China, Rusia y Ucrania. Sin embargo, el abrazo de Xi a Putin en Pekín y el fortalecimiento de la asociación chino-rusa sugieren que, a pesar de las críticas, China está dispuesta a mantener su apoyo a Rusia.