La ciudad de Ayodhya, en el estado de Uttar Pradesh, alberga el recién inaugurado templo de Ram, un sitio de importancia religiosa y política en la India. La entrada al templo requiere que los visitantes se descalzen y dejen a un lado sus pertenencias electrónicas antes de unirse a la multitud colorida que se dirige hacia la entrada.
El templo se levanta sobre una piedra arenosa de tonos rosados. A la entrada, los feligreses levantan los brazos y exclaman: «¡Gloria al dios Ram!”. Dentro de la cámara interior, una estatua de la deidad, que despierta una devoción intensa entre los hindúes, está en exhibición. La estatua es de color negro, decorada con joyas y coronas de flores.
El templo de Ram, que todavía está en construcción, tiene un pasado marcado por conflictos religiosos sangrientos. Su construcción comenzó en 2020 después de una decisión controvertida del Tribunal Supremo que permitió que se erigiera sobre el sitio de la antigua mezquita de Babri Masjid, del siglo XVI, que fue demolida en 1992 por una turba de radicales hindúes. La demolición desató un estallido de violencia que dejó unos 2.000 muertos en todo el país, la mayoría de ellos musulmanes.
En enero de este año, el primer ministro Narendra Modi lideró la consagración del templo en un acto al que asistieron 7.000 invitados, incluyendo a celebridades de Bollywood, deportistas destacados y líderes espirituales. La oposición criticó al gobierno por romper con el secularismo que exige la constitución y azuzar la división sectaria con fines electorales. La inauguración del templo de Ram ha sido una de las grandes batallas del gobernante Bharatiya Janata Party (BJP).
Las recientes elecciones generaron un alto nivel de participación, con más de 970 millones de personas convocadas a votar. Las encuestas a pie de urna daban a los aliados de Modi más de dos tercios de los escaños del Parlamento. La oposición, que ha cuestionado las encuestas, oscilaría entre 125 y 182 escaños.
El templo recibe entre 100.000 y 150.000 visitantes diarios, aumentando el turismo religioso en Ayodhya, una ciudad de 2,5 millones de habitantes. Sin embargo, la promoción de la agenda hinduista del BJP ha sido objeto de críticas. Organizaciones de derechos humanos han denunciado un creciente hostigamiento de las minorías en un país donde el 80% de la población es hindú y los musulmanes representan un 14,2%.
Los conflictos en torno al templo de Ram se remontan a 1949, cuando un grupo de hindúes colocó esculturas de su fe dentro de la mezquita de Babri Masjid. Después de la demolición de la mezquita, ambas comunidades interpusieron numerosas demandas por la posesión del lugar. En 2019, el Tribunal Supremo otorgó el lugar exclusivamente a los hindúes y ordenó que se concediera un sitio alternativo en Ayodhya a la comunidad musulmana.
Las tensiones religiosas y políticas que rodean al templo de Ram son un reflejo del complejo tejido social y religioso de la India. Mientras algunos creyentes celebran la construcción del templo como una victoria de su fe, otros lamentan la pérdida de un sitio histórico y el aumento de la intolerancia religiosa. En medio de este conflicto, el templo de Ram sigue atrayendo a multitudes de fieles, cada uno con su propia interpretación de lo que significa este lugar sagrado.