El sábado, el presidente de El Salvador, Nayib Bukele, inauguró su segundo mandato en una ceremonia celebrada en el Centro Histórico de San Salvador. Bukele, que arrasó en las elecciones celebradas el pasado 4 de febrero, a pesar de los artículos constitucionales que impedían su reelección, asumió el cargo entre los aplausos de miles de partidarios que corearon su nombre.
Durante su discurso inaugural, Bukele destacó los logros de su primer mandato, especialmente en lo que respecta a la seguridad ciudadana. Según él, El Salvador se ha «librado del cáncer de las pandillas y la inseguridad» y se ha convertido en el «país más seguro de todo el hemisferio occidental», con una reducción del 97% en los homicidios. Este logro se atribuye principalmente al Plan de Control Territorial y al Régimen de Excepción, ambos implementados durante su primer mandato. Desde marzo de 2022, estos programas han resultado en la detención de cerca de 80.000 personas.
El evento de toma de posesión contó con la presencia de varios líderes latinoamericanos, incluyendo al presidente argentino, Javier Milei, y al presidente ecuatoriano, Daniel Noboa. También asistió el rey de España, Felipe VI, en su primera visita a El Salvador desde que asumió el trono. La última vez que estuvo en el país fue en 2014, cuando todavía era príncipe de Asturias.
En su discurso, Bukele instó a sus partidarios a jurar «nunca escuchar a los enemigos del pueblo y defender nuestro proyecto de nación, siguiendo al pie de la letra cada uno de los pasos sin quejarnos«. Aunque reconoció que El Salvador ya no sufre el «cáncer» de la violencia pandillera, indicó que la sociedad «sigue enferma». Por ello, prometió centrarse «de lleno en los problemas importantes empezando por la economía».
No obstante, advirtió que para «sanar» la economía «tal vez haya que tomar medicina amarga«. Por ello, pidió al pueblo salvadoreño que defienda «sin titubeos» cada una de las decisiones que tome el gobierno. «Así como hicimos este país seguro, lo vamos a hacer próspero», aseguró.
Bukele también criticó a los gobiernos anteriores por no poder combatir a las pandillas y agravar la situación de violencia en el país. Atribuyó la victoria de su gobierno contra las pandillas a la «guía de Dios» y al apoyo incondicional del pueblo salvadoreño.
El presidente señaló que el Plan de Control Territorial y el Régimen de Excepción fueron efectivos porque contaban con el apoyo pleno del pueblo. En relación con los desafíos futuros, Bukele subrayó que para superar la «mala economía», se necesita «la guía de Dios, el trabajo incansable del Gobierno y que el pueblo vuelva a defender a capa y espada cada una de las decisiones que se tomen».
Bukele también criticó a la «insignificante y rabiosa oposición que sigue defendiendo una democracia que solo nos dejó amigos y familiares asesinados impunemente». Acusó a los gobiernos anteriores de «permitir que las pandillas incrementaran y asesinaran a nuestra gente». En contraposición, señaló que lo que ha sucedido en El Salvador en los últimos cinco años ha sido «más de veinte milagros juntos».
Finalmente, Bukele expresó su confianza en que, tal como el mundo ha reconocido los logros de El Salvador en materia de seguridad, el país también puede lograr avances significativos en la economía. Sin embargo, insistió en la necesidad de seguir las recetas al pie de la letra y «proteger nuestro legado como un león».