El impresionante paisaje urbano de Nueva Delhi, con su cacofonía de ruidos, olores y colores, es un testimonio palpable del caos que puede ser igualmente fascinante y aterrador. Esta metrópolis vibrante, que a menudo resulta abrumadora para aquellos que la experimentan a diario, es una ciudad de contrastes extremos, como lo demuestra la historia de Jairaj, un empresario que creció en Hafiz Nagar, uno de los barrios de chabolas más grandes de la capital india.
Gracias a una beca gubernamental, Jairaj pudo ir a la universidad y luego prosperó tras desarrollar una startup de servicios financieros que le generó millones. Hoy, vive en un dúplex en Hauz Khas Village, uno de los barrios más acaudalados de la ciudad.
Jairaj sostiene que, a pesar de la realidad de la pobreza que es visible para todos, las polticas del gobierno están mejorando la vida de millones de familias que antes no tenían nada que comer. Afirma que India está progresando a un ritmo impresionante. Durante las elecciones más recientes, votó por el partido nacionalista hindú, el Bharatiya Janata (BJP), dirigido por el primer ministro Narendra Modi.
Las elecciones de India, que se llevaron a cabo en siete fases durante seis semanas frenéticas, permitieron que cerca de 970 millones de personas votaran en más de un millón de colegios electorales repartidos por todo el vasto país, incluso en zonas remotas del Himalaya y del desierto de Rajastán. Sin embargo, los resultados finales no se conocerán hasta el cuatro de junio.
Mientras tanto, Nueva Delhi se enfrenta a una ola de calor extremo que ha relegado las elecciones a un segundo plano. La escasez de agua se ha convertido en la prioridad tanto para los habitantes como para la administración de la ciudad. La respuesta de Jairaj a esta crisis refleja su posición actual como miembro de la élite hindú: no se corta el agua en su urbanización, incluso en medio de la sequía.
El primer ministro Narendra Modi, que posiblemente esté a punto de iniciar su tercer mandato consecutivo, ha generado un culto a su personalidad que parece más característico de un régimen autoritario que de una democracia. Recientemente, en una entrevista, afirmó que creía que había sido elegido por Dios para el cargo.
Modi está convencido de que obtendrá una victoria aplastante en las urnas. Antes de la finalización de las elecciones, afirmó que el BJP había obtenido la mayoría al ganar al menos 272 escaños, superando los 400 en coalición con sus tradicionales aliados. Las encuestas hasta ahora también parecen favorecer a Modi, quien goza de un amplio apoyo entre los hindúes, que representan el 80% de la población.
Sin embargo, la retórica anti-musulmana de Modi ha alimentado la violencia étnica en varias partes del país. Seema, una profesora que vive en Shaheen Bagh, un barrio obrero de mayoría musulmana en el sur de Delhi, afirma que con Modi al mando, India ha pasado de ser una democracia secular a una autocracia religiosa. Según Seema, el gobierno ha alentado a sus seguidores hindúes a la violencia contra los musulmanes y ha restringido la libertad religiosa de esta comunidad en muchos estados.
En el barrio de Paharganj, Samut, un vendedor ambulante, expresa su deseo de un cambio de gobierno debido a la persistente pobreza y el alto desempleo. Ha votado por el Partido del Congreso, la principal formación de la oposición que una vez fue liderada por Jawaharlal Nehru, el primer líder de India tras la independencia.
Los analistas sostienen que el liderazgo débil de Rahul Gandhi, el líder del Congreso, y la falta de candidatos fuertes en otros partidos han beneficiado al BJP, incluso en algunas regiones del sur de India, donde el partido hindú no ha tenido buenos resultados históricamente. En particular, el estado de Uttar Pradesh, hogar de 257 millones de personas, será determinante para el resultado final de las elecciones.
Kaira, gerente de un hostal en Paharganj, defiende a Modi y su programa de bienestar social, que ha entregado agua, vivienda y comida gratis a millones de personas. Este programa de 34 billones de rupias (400.000 millones de dólares) ha beneficiado a más de 900 millones de personas, incluyendo el llenado de despensas en muchos hogares y la entrega de bicicletas a las niñas en zonas rurales, permitiéndoles asistir a la escuela.