El desarrollo de las elecciones presidenciales en Venezuela programadas para el 28 de julio ha experimentado una nueva sacudida. La misión electoral de la Unión Europea, que representa un papel crucial en este proceso, ha decidido no asistir a Venezuela, una decisión precipitada por un enfrentamiento inusual forzado por la revolución para deshacerse de ella.
El Comando Venezuela de la oposición ha anticipado que esta decisión no evitará la victoria del candidato unitario Edmundo González Urrutia. La última encuesta de Meganálisis confirma que el huracán político en la Venezuela profunda ha ampliado la ventaja del diplomático en alrededor de 50 puntos sobre Nicolás Maduro.
El chavismo, ante el evidente clima electoral, forzó una falsa confrontación con Bruselas, que previamente había retirado las sanciones personales a Elvis Amoroso, presidente del Consejo Nacional Electoral y a varios antiguos rectores. Amoroso afirmó que la UE se ha comportado como un actor parcializado y agresivo, lo cual infringe la dignidad nacional y se convierte en un factor perturbador de los procesos electorales. El mismo Amoroso chantajeó a la UE con un ultimátum: o se retiraban todas las sanciones o no habría observadores.
Desde Bruselas, recordaron que sus sanciones no afectan al pueblo venezolano y que se dirigen exclusivamente a «responsables de violaciones de los derechos humanos y de socavar la democracia y el Estado de Derecho». Se trata de un grupo de jerarcas, dirigentes, generales, jueces, colaboracionistas y torturadores señalados por los informes de las Naciones Unidas.
Con la misión electoral de la UE y la Organización de Estados Americanos (OEA) vetadas, por ahora, los observadores serán la ONU y el Centro Carter, además de varios aliados de Maduro. El proceso electoral venezolano ha estado marcado por irregularidades desde el primer día, con la inhabilitación ilegal de la opositora María Corina Machado, y el posterior bloqueo de la filósofa Corina Yoris. El chavismo también ha impedido con diversas argucias que puedan votar al menos cinco millones de venezolanos en el exterior.
Este escenario plantea serias preocupaciones sobre la legitimidad y la transparencia de las elecciones presidenciales. La ausencia de observadores internacionales imparciales, como la misión electoral de la UE, puede poner en peligro el proceso democrático. Además, el uso de tácticas para inhibir a los candidatos de la oposición y restringir el voto de los venezolanos en el exterior apunta a un intento de manipular los resultados electorales.
La presión internacional sobre el gobierno de Maduro ha sido intensa, con sanciones dirigidas a funcionarios de alto rango acusados de violaciones de los derechos humanos y de socavar la democracia y el estado de derecho. Sin embargo, estas sanciones han sido utilizadas por el gobierno de Maduro para justificar la exclusión de los observadores de la UE.
La situación en Venezuela es volátil y está llena de incertidumbre. La falta de observadores internacionales confiables, junto con las tácticas de intimidación y exclusión empleadas por el gobierno, amenazan la integridad del proceso electoral. Mientras tanto, los venezolanos esperan su oportunidad de votar en un clima de creciente tensión y descontento.
El desenlace de las elecciones presidenciales de Venezuela tiene implicaciones significativas no solo para el futuro de Venezuela, sino también para la región en general. La comunidad internacional estará observando atentamente este proceso, aunque la falta de observadores internacionales imparciales en el terreno pueda dificultar la obtención de una imagen clara y precisa de la situación.
En medio de este paisaje turbio, el candidato unitario Edmundo González Urrutia parece estar ganando terreno, según las encuestas. Sin embargo, en un clima tan cargado y volátil, el resultado de las elecciones está lejos de ser seguro. En cualquier caso, las elecciones del 28 de julio marcarán un hito en la historia política de Venezuela, independientemente de su resultado. La esperanza es que, a pesar de las dificultades y desafíos, este proceso electoral pueda abrir un camino hacia un futuro más democrático y justo para el pueblo venezolano.