La unión europea de Le Pen y Meloni se obstaculiza por una serie de desafíos | Internacional

EL PAÍS

La situación en la extrema derecha europea ha sido hasta ahora similar a los acertijos en los que un granjero debe llevar al otro lado de un río a un zorro, una gallina y un saco de trigo en la misma barca: siempre había uno que amenazaba al otro. Los dos grupos europeos que componen el espectro de la ultraderecha en Europa, Identidad y Democracia (Le Pen, Salvini, entre otros) y los Europeos Conservadores y Reformistas (Meloni, Vox, entre otros) enfrentaban una serie de desafíos. En sus filas había miembros indeseables para los demás, o simplemente incompatibles debido a su competencia electoral interna.

El principal obstáculo era el grupo ultraderechista Alternativa para Alemania (AfD), que estaba en la lista negra de cualquier administración de peso occidental. Sin embargo, este grupo fue expulsado la semana pasada. Se ha iniciado una purga y algunos creen que las asperezas podrían suavizarse para formar una gran alianza liderada por las dos mujeres alfa de la ultraderecha. Sin embargo, en Italia se ve complicado esto.

«Ahora es el momento de unirse», declaró la líder del Frente Nacional de Francia, Marine Le Pen, al Corriere della Sera el pasado sábado. «Y si lo conseguimos, podemos convertirnos en el segundo grupo en el Parlamento Europeo». Los dos partidos tienen un carácter sensiblemente diferente. Mientras que el grupo ECR ha intentado mantener posiciones más institucionales, a pesar de contar con partidos radicales, Identidad y Democracia (ID) siempre se ha mostrado más cerca de los sectores ultra.

Giorgia Meloni, líder de Hermanos de Italia y presidenta de ECR, es la única de todo este espectro que gobierna un país importante de la Unión Europea. Un hecho que la ha llevado a posiciones más moderadas cuando ha habido que llegar a acuerdos que beneficien a Italia, como la firma del Pacto de Estabilidad o el acuerdo migratorio.

El grupo ID, que incluye al Reagrupamiento Nacional (RN) francés y a la Liga italiana, expulsó recientemente a la AfD alemana, que hasta ese momento había sido el tercer partido más influyente del grupo. Esta medida ha debilitado considerablemente a ID en términos de número de parlamentarios, pero también se ha interpretado como una intención de los partidos del grupo de distanciarse, al menos aparentemente, de las ideas extremistas de AfD.

La primera ministra italiana, Giorgia Meloni, declaró estar abierta a alianzas con cualquier partido no izquierdista en el Parlamento Europeo, incluyendo implícitamente al RN de Le Pen. Pero la mandataria italiana evita pronunciarse directamente sobre el ofrecimiento de la francesa.

La alianza poselectoral es un camino ineludible para ambos partidos si quieren tener alguna posibilidad de influir en el nuevo Parlamento Europeo. Sin embargo, en el partido italiano no ven claro la entrada de Le Pen en el grupo ECR o la creación de un nuevo contenedor que dé cabida al partido francés RN. Esto implicaría también integrar a la Liga de Matteo Salvini, íntimo amigo y aliado de Le Pen, pero también socio minoritario de Meloni y adversario permanente en la conquista de un espacio electoral en Italia.

Meloni considera que Le Pen podría convertirse en la primera presidenta de la República Francesa en las elecciones de 2027, lo que supone un aliciente para mantener una buena relación y formar un gran eje entre Italia y Francia. Sin embargo, Meloni está jugando con unas cartas en la Comisión Europea que difícilmente podría seguir manteniendo si se presentase con Le Pen. Marine Le Pen es vista con mucho recelo por el establishment europeo y, especialmente, por Estados Unidos. Su euroescepticismo y sus flirteos con la Rusia de Vladímir Putin despiertan una gran desconfianza en Washington y en la OTAN, con quienes Meloni ha cultivado una estrecha relación y una lealtad absoluta.

Existen también problemas de equilibrio de fuerzas. Es probable que RN obtenga en los próximos comicios europeos un número considerablemente mayor de diputados que Hermanos de Italia. Un dato incómodo para la primera ministra italiana, que metería en su casa a un partido más grande que el suyo. Un movimiento que en Hermanos de Italia consideran que no tendría ahora mismo ningún sentido.

En cualquier caso, cualquier acercamiento, debería producirse después de las elecciones. Algo simétrico a lo que le sucedería, en realidad, a Le Pen con su rival de extrema derecha nacional, Éric Zemmour. Reconquista, su partido, forma parte de ECR.

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