La UE explora cómo transformarse en una potencia geopolítica | Elecciones europeas 2024 | Noticias

EL PAÍS

Josep Borrell, Alto Representante para la Política Exterior y de Seguridad de la Unión Europea (UE), declaró en 2019 que la UE debía «aprender a hablar el lenguaje del poder». Siguiendo esta línea, Ursula von der Leyen, en su discurso de investidura, planteó una «Comisión geopolítica». Desde entonces, la UE ha estado dando pasos significativos hacia este objetivo.

La UE no fue creada para ser una potencia geopolítica. No es un poder militar estructurado y su acción en política exterior a menudo se ve obstaculizada por la necesidad de unanimidad. Sin embargo, a pesar de las limitaciones, está experimentando una profunda transformación. Hay un creciente deseo de usar sus recursos comunes y de participar más activamente en la dinámica global de poder.

Durante el último mandato, los Veintisiete han hecho avances sin precedentes en el área de la defensa. Por ejemplo, se ha utilizado un instrumento de la UE para facilitar un envío masivo de armas a Ucrania y se han puesto en marcha mecanismos de coordinación para la industria de defensa. Además, se han lanzado siete operaciones militares conjuntas, en contraposición a solo una en el mandato anterior. Todo esto se ve respaldado por un aumento generalizado del gasto militar en toda la Unión.

Aun así, los avances no se limitan al ámbito de la defensa. Los expertos consultados destacan la evolución en términos de seguridad económica y autonomía estratégica. Se han tomado medidas económicas, energéticas y tecnológicas, como impulsar la industria de microchips autóctona, revisar las relaciones comerciales con China para reducir dependencias y reconfigurar los suministros energéticos, cortando los lazos con Rusia.

Ilke Toygür, directora del Global Policy Center y profesora de geopolítica europea en la IE University, considera que estamos presenciando «un cambio de lógica». Según Toygür, se están cruzando las que antes eran consideradas grandes líneas rojas, como el endeudamiento común durante la pandemia o el envío de armas a Ucrania.

En este contexto, es significativo que los líderes de Alemania y Francia hayan firmado un artículo en el Financial Times abogando por reforzar la «soberanía europea». Este concepto, defendido por mucho tiempo por París y al que Berlín era inicialmente reticente, ha ganado adherentes debido a la cada vez más brutal desafío del orden internacional por parte de Rusia, el incierto futuro de la alianza con los Estados Unidos, el dominio de China en tecnologías clave y la inestabilidad en el Oriente Próximo y África.

Richard Youngs, experto sénior del centro de estudios Carnegie Europa, cree que la UE está empezando a adaptarse a la evolución del mundo. Según él, una parte fundamental de este cambio es entender la política económica internacional teniendo en cuenta los intereses geopolíticos.

Luis Simón, director de la Oficina del Real Instituto Elcano en Bruselas, también destaca los avances en el ámbito de la defensa y la seguridad económica. Subraya que la creciente coordinación en la industria de defensa, junto con el envío de armas a Ucrania, demuestra cómo la UE puede avanzar en la defensa.

Sin embargo, estos avances no significan que la UE esté cerca de tener la capacidad de actuar como una potencia geopolítica eficaz. Enfrenta una competencia dura con gigantes como los Estados Unidos y China, que tienen ventajas considerables en términos de capacidades estratégicas, tecnologías de punta e innovación.

A pesar de los obstáculos, Toygür señala la reforma del mercado interior y el estímulo a la competitividad como áreas en las que la UE puede avanzar y potencialmente ganar impulso. Para convertirse en una potencia geopolítica, la UE necesita tener una economía fuerte y capacidad de innovación. Esto implica superar divergencias y continuar avanzando, lo que seguramente será un desafío, pero no imposible.

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