Uno podría cuestionar la validez del adagio «cualquier tiempo pasado fue mejor». Sin embargo, en el contexto de los motores de vehículos, esta afirmación parece acertada. Después de leer este artículo, es probable que estés de acuerdo conmigo en que en términos de motores de vehículos, ciertamente cualquier tiempo pasado fue mejor.
Los turbos se han convertido en una característica común en los automóviles modernos. Esta innovación ha permitido que los motores sean más pequeños y eficientes, pero al mismo tiempo más potentes y rápidos que nunca. Esta tendencia hacia motores más pequeños con menor número de cilindros es lo que se conoce como downsizing.
Por ejemplo, se puede conseguir un motor de tamaño similar al de un coche compacto, con 4 cilindros y 1.5 litros de desplazamiento. Este motor puede generar una asombrosa potencia de más de 1.400 caballos de fuerza (CV), gracias a la presión de turbo. Sin embargo, la desventaja es que este motor puede romperse después de unos minutos de uso. Pero realmente, ¿necesita más?
La historia de los turbos en las carreras está llena de fascinantes anécdotas sobre ingenieros que llevan la tecnología y la reglamentación al límite para conseguir rendimientos impresionantes. Hace más de cuatro décadas, era posible ver en acción un motor con cuatro cilindros, 1.5 litros, y más de 1.400 CV de potencia… o incluso 1.500 CV.
BMW es una marca que normalmente asumimos asociada a motores con muchos cilindros y gran cilindrada. Sin embargo, BMW también ha producido notables motores de cuatro cilindros en línea. Por ejemplo, el famoso M10 que se usaba en los modelos de BMW entre los años sesenta y ochenta, que finalmente evolucionó en el BMW 2002 Turbo, y llegó a superar los 1.400 CV, e incluso los 1.500 CV.
El motor BMW M12 fue la apuesta de BMW para la Fórmula 1 en los años ochenta. Este motor formaba parte de un proyecto de motores turbo en competición que había comenzado a finales de los años sesenta. Este motor tenía un diseño de 4 cilindros en línea y un desplazamiento de 1.499 cm³.
En 1981, el motor M12 de BMW, que solo tenía 1.5 litros de desplazamiento, se utilizó en el Brabham BMW para la Fórmula 1, logrando una respetable potencia de 580 CV. Pero con el tiempo, este motor mejoró drásticamente su rendimiento.
A partir de ese momento, los ingenieros de BMW se embarcaron en una carrera para aumentar continuamente la potencia de este motor. En 1982, Nelson Piquet se anotó la primera victoria con este motor. En 1983, Piquet ganó el primer título de pilotos de la Fórmula 1 con un motor turbo que ya lograba los 640 CV.
Además del modo de carrera, el motor M12 de BMW también tenía un modo de clasificación. En 1985, el motor alcanzó los 1.115 CV de potencia en clasificación, y en 1986, la evolución M12/13/1 del motor alcanzó aún más potencia. En realidad, la potencia máxima obtenida es una estimación, ya que no era posible realizar una prueba en banco de potencia fiable a estos niveles de potencia. BMW estima que la potencia en configuración de clasificación era de 1.419 CV a 11.000 rpm, pero algunos afirman que podría haber superado incluso los 1.500 CV de potencia.
Este motor tenía una vida útil de apenas unos minutos, pero eso era todo lo que necesitaba para marcar una vuelta rápida en la sesión de clasificación. Sin duda, estamos ante el motor más potente de la historia de la Fórmula 1.
En 1986, el motor fue ligeramente rotado para adaptarse al diseño extremadamente bajo del BT55 de Brabham y mantener el empuje aerodinámico sobre el ala trasera. A finales de temporada, BMW anunció su retiro de la Fórmula 1, pero continuó siendo el proveedor de los equipos con los que había firmado contrato.