El reciente primer partido de las semifinales entre el Real Madrid y el Barça fue uno para los libros. Después de una derrota en la final de la Euroliga, el Real Madrid eligió extraer fuerza de su dolor y duda para redirigir su energía hacia una victoria resonante.
Facundo Campazzo, la estrella argentina, fue el catalizador de esta transformación. Campazzo, que anotó 20 puntos y realizó 10 asistencias, fue un verdadero torbellino en el partido, arrasando con el Barça desde el comienzo hasta el final. Campazzo logró dejar atrás su desempeño pasado contra el Panathinaikos, incluso la segunda mitad difícil que les costó la corona en la Euroliga. En cambio, utilizó la derrota como un estímulo, elevando su juego y contagiando a sus compañeros de equipo.
Uno de los que se benefició de la brillantez de Campazzo fue Edy Tavares, quien logró 18 puntos y 15 rebotes. Mientras esperamos el anuncio de su renovación, Tavares demostró que sigue siendo el pívot más dominante de Europa.
Por otro lado, el Barça, a pesar de haber tenido más tiempo para descansar, pareció estar a la defensiva durante todo el partido. La falta de personalidad y precisión en su juego fue evidente, y no lograron dominar el rebote. A esto se sumó la frustración con un arbitraje algo errático, lo que resultó en una falta de héroes en su equipo.
Desde el comienzo del partido, la intensidad del Real Madrid fue evidente. Campazzo y Tavares anotaron los primeros 15 puntos del equipo, y luego Campazzo se conectó con Mario Hezonja, quien también se destacó en el partido. Hezonja, quien había comenzado el partido en el cuatro, demostró su determinación de enmendar su desempeño pasado, incluso en la defensa contra Jabari Parker.
El Barça logró reaccionar en el segundo cuarto, gracias a la energía de Leo Westermann y un parcial de 2-11 hasta que Campazzo y Tavares regresaron a la pista. El partido se volvió electrizante, emulando la intensidad de un clásico, aunque se tratara de unas raras semifinales, algo que no ocurría desde 1995.
El marcador al final del primer tiempo fue ajustado, pero en la segunda mitad, el Madrid logró abrir una brecha significativa. Un parcial de 17-2, que parecía decidir la batalla demasiado pronto, puso al equipo adelante con una diferencia de 23 puntos (61-38).
Sin embargo, el Barça se negó a rendirse y el Madrid mostró algunos signos de desconexiones mentales. Pero la distancia en el marcador era demasiado grande. Sergio Llull clavó cuatro triples seguidos, una hazaña asombrosa que solo alguien como él podría lograr. Esta fue la guinda del pastel que elevó al WiZink y terminó de hundir al Barça. Nos espera un emocionante segundo asalto el viernes.