El Tribunal Internacional de Justicia de La Haya había ordenado a Israel que detuviera su ofensiva en Rafah sólo dos días antes de que un bombardeo aéreo provocara una masacre en un campo de desplazados. El incendio resultante de la ofensiva se extendió por las frágiles construcciones de chapa, plástico y tela, causando la muerte de al menos 50 personas, incluyendo varios bebés y niños. Este balance fue proporcionado por el Ministerio de Sanidad del Gobierno de Hamás en la Franja de Gaza, después de que se extinguiera el fuego y se recuperaran los cadáveres.
El ejército israelí está «revisando» si el «asesinato selectivo» de dos mandos locales del brazo armado de Hamás en este campo (Tel Al Sultan) también causó víctimas civiles. Según la Media Luna Roja Palestina, esta zona fue designada por Israel como «humanitaria» y, por lo tanto, segura.
Las imágenes grabadas por periodistas y habitantes del lugar muestran cuerpos calcinados, entre ellos los de bebés y adolescentes, mientras un incendio consume parte del campamento. Se pueden ver los restos de chabolas carbonizadas, gente llorando a sus seres queridos y cadáveres envueltos o mostrados a la prensa. Según el Ministerio, hay también decenas de heridos, principalmente niños y mujeres.
Muhamad Ahmed Abu Sibah, un testigo entrevistado por los medios, relató que había estado en el campamento durante cinco meses y hasta entonces se había sentido relativamente seguro. Sin embargo, todo cambió cuando oyó una explosión. «Fueron al menos dos misiles. El fuego comenzó a venir en esta dirección. Había coches quemados, mártires [muertos]…», explicó.
El bombardeo ocurrió poco después de que Hamás —el movimiento islamista que aún lucha en partes de Gaza y responsable del ataque multitudinario del 7 de octubre— demostrara su fuerza con su primera andanada de cohetes en cuatro meses contra la región de Tel Aviv. Esto mostraba cómo ocho meses de invasión no habían anulado su capacidad de alcanzar ciudades importantes y lejanas. Desde la orden del tribunal de La Haya, el ejército israelí no ha disminuido la intensidad de su ofensiva en Rafah, y sigue bombardeando otras partes de la Franja.
Según la Media Luna Roja Palestina, Tel Al Sultan no estaba entre las zonas que Israel había ordenado evacuar en el marco de la ofensiva que comenzó el pasado día 6 en Rafah. Las órdenes de evacuación parciales, junto con el miedo generalizado a una invasión terrestre a gran escala, han llevado a la mayoría de los gazatíes a abandonar Rafah. Se calculaba que había alrededor de 1,4 millones de personas, mientras que las Naciones Unidas cifran en 900.000 los que ya han tenido que abandonar a la fuerza, parte de ellos hacia Al Mawasi, la «zona humanitaria ampliada» designada por Israel.
La masacre ha provocado pequeñas manifestaciones en varios puntos de Cisjordania y ha llevado a Hamás a pedir una «escalada en las actividades públicas de rabia y presión para parar la agresión y la guerra genocida». «Esta masacre supera todos los límites y requiere una intervención urgente», ha señalado Nabil Abu Rudeina, portavoz del presidente de la Autoridad Nacional Palestina, Mahmud Abbas.
Las imágenes de la devastación han sido compartidas ampliamente en las redes sociales, y la comunidad internacional ha expresado su preocupación por el creciente número de víctimas civiles en el conflicto. Sin embargo, a pesar de la condena internacional, la violencia parece lejos de cesar.
Las repercusiones de este último ataque en Rafah son aún inciertas, pero lo que es innegable es que la crisis humanitaria en la Franja de Gaza se ha intensificado. Las vidas de los civiles en la región continúan bajo amenaza constante, y las esperanzas de paz parecen cada vez más lejanas.