En el mundo del baloncesto, pocas cosas pueden ser tan emocionantes como la Euroliga. Este año, el escenario fue Berlín, donde se desató una batalla por la supremacía del baloncesto europeo. En este escenario, el Real Madrid parecía estar listo para reclamar la gloria. Sin embargo, el destino tenía otros planes.
El Panathinaikos, un gigante del baloncesto griego, reclamó la corona de la Euroliga por séptima vez, 13 años después de su última victoria. El equipo de Chus Mateo cedió el trono en un encuentro que parecía estar en su control, pero que terminó deslizándose de sus manos. En esta batalla, el Madrid parecía haber perdido su brújula, sus pulmones y su identidad.
La primera mitad del partido fue un despliegue de poder del Madrid, que anotó 36 puntos en un cuarto. Sin embargo, la segunda mitad fue una historia completamente diferente. Los blancos sólo lograron marcar 26 puntos en toda la segunda mitad, una cifra que parecía incomprensible para un equipo de su calibre. No había héroes a la vista, el equipo parecía perdido.
El Madrid fue superado por los dos gigantes del Panathinaikos, el francés Mathias Lessort y el americano Kendrick Nunn. Su agresividad y destreza en la cancha fueron demasiado para el Madrid. Además, el imperial Kostas Sloukas y la fervorosa marea verde de seguidores del Panathinaikos, llevaron al equipo griego a la victoria.
La derrota del Madrid fue lenta pero dolorosa. El equipo buscaba romper una maldición de 56 años que le ha impedido ganar dos Euroligas seguidas. A pesar de la derrota, el Madrid puede presumir de haber disputado las tres últimas finales y de seguir siendo un equipo temible en la Euroliga.
El comienzo del partido fue prometedor para el Madrid. Parecía que estaban listos para la batalla. A pesar de la intensidad del ambiente en el Uber Arena, teñido de verde en apoyo al Panathinaikos, el Madrid parecía estar en control. El canterano Tavares, procedente de Senegal, logró anotar ocho puntos en los primeros momentos del partido, incluyendo dos triples.
El Panathinaikos se encontró con un rival decidido desde el amanecer. El plan de Mateo parecía estar funcionando. Dzanan Musa estaba inspirado y el equipo logró una ventaja de 14 puntos. Sin embargo, el Panathinaikos comenzó a recuperarse. Un robo de Jerian Grant y el resurgimiento de Lucas Vildoza acercaron a los griegos al Madrid.
Las cosas empeoraron para el Madrid en el tercer cuarto. Sloukas abrió el cuarto con fuerza, y junto con Juancho, comenzaron a subirse a las barbas de un Madrid cada vez más sufriente. Un triple de Nunn finalmente cambió el marcador en favor del Panathinaikos.
El último cuarto fue la sentencia para el Madrid. Dos triples de Sloukas, y dos hachazos de Nunn, un ex-NBA, hicieron claudicar al rey en Berlín. El Madrid no pudo responder, careciendo de la frescura y el talento necesario para dar un último arrebato.
El Panathinaikos es ahora el rey del baloncesto europeo, volviendo a sus gloriosos días bajo la batuta de Obradovic. Por otro lado, el Real Madrid tendrá que reflexionar sobre lo que salió mal y prepararse para la próxima temporada, con la esperanza de reclamar la gloria que se les escapó en Berlín.