El turbocompresor es un elemento mecánico que, a pesar de su utilidad, puede tener resultados desastrosos si se maneja de manera incorrecta. Funciona como una espada de doble filo, ya que puede hacer que un motor alcance velocidades increíbles, pero también puede ser el causante de su destrucción total. Este fue el caso del desafortunado dueño de un Mitsubishi Lancer Ralliart, que aprendió esta dura lección de la peor manera posible.
El desastre quedó al descubierto cuando Eric, un reconocido Youtuber especializado en automóviles, llevó a cabo una investigación para determinar las causas de la defunción de un motor 4B11T turboalimentado de cuatro cilindros. Lo que encontró fue un panorama aterrador: un enorme boquete en el bloque motor, con daños circundantes que presagiaban lo peor. A medida que la inspección avanzaba, los hallazgos se volvían cada vez más espeluznantes.
A simple vista, algunas áreas del motor parecían estar en perfectas condiciones, casi relucientes, como si hubieran salido recién de la línea de producción. La cadena de distribución y la culata no mostraban signos de desgaste ni suciedad acumulada. Estos síntomas indicaban que el motor no tenía muchos kilómetros recorridos, por lo que sus problemas no se debían al desgaste. Sin embargo, esta apariencia de buen estado ocultaba una realidad mucho más sombría.
Al retirar la culata, el cilindro número tres reveló el verdadero horror. El pistón había explotado en miles de fragmentos, con su cabeza separada y dispersa dentro del cilindro. El colector de aceite contenía un amasijo de piezas destrozadas: restos de pistón, biela, cojinetes y hasta trozos del mismo bloque motor. El desastre fue tal que logró romper en dos piezas diseñadas para soportar una presión brutal. Era como si una bomba hubiera explotado dentro de la cavidad del motor.
Según Eric, la destrucción fue provocada por una sobrealimentación de turbo masiva que sobrepasó los límites del motor. Pero el exceso de revoluciones y una posible falta de lubricación también contribuyeron a este desastre. Es probable que el propietario de este Mitsubishi Lancer Ralliart optó por una reprogramación de la centralita.
Sin duda, alguien que ha destrozado un motor por un exceso de turbo y de revoluciones es alguien que haría una repro a su vehículo. Las «repros» están pensadas principalmente para obtener el mayor rendimiento del turbo, que parece ser el principal culpable de la destrucción de este motor.
Además, si consideramos que el mismo motor del Mitsubishi Lancer Ralliart estaba presente en el Lancer Evo X y en las versiones especiales lanzadas en Reino Unido, es fácil deducir que se reprogramó. El motor original del Ralliart entregaba una potencia de 240 CV, mientras que este mismo motor modificado llegaba a los 450 CV en los Lancer de máximo nivel. ¿Quién no haría una repro con la posibilidad de ganar 200 CV de potencia?
El turbo puede ser un gran aliado. Una repro puede ser una buena opción para ganar potencia en un coche, pero hay que tener en cuenta que junto a los nuevos ajustes de software es necesario también comprobar que todos los componentes pueden funcionar a ese rendimiento. Es necesario recordar que cualquier modificación en un vehículo debe realizarse con precaución y conocimiento, para evitar desastres como el ocurrido con este Mitsubishi Lancer Ralliart.