Las iglesias evangélicas latinas en los Estados Unidos están experimentando un crecimiento notable, un fenómeno que está cambiando el equilibrio del inmenso poder religioso en el país y fragmentando al electorado latino. A diferencia de las misas solemnes tradicionales, los sermones en estas iglesias son más informales, a menudo intercalados con música en vivo y un lenguaje coloquial por parte del pastor. La constante mención de Jesús y la calidez aparente de la comunidad parecen estar atrayendo a más miembros, a pesar de la disminución general de las denominaciones religiosas.
Una de estas iglesias es la Iglesia Nueva Vida en Chicago, donde el español es el idioma principal y la misión principal es asegurar que los visitantes regresen. El pastor Jaro Medina, un puertorriqueño de 40 años, ha cultivado este crecimiento en la congregación durante la última década. Con alrededor de 500 miembros, la iglesia forma parte de un grupo más grande que incluye a más de 5.000 miembros y sigue siendo considerada pequeña.
Los datos reflejan este crecimiento en las iglesias evangélicas latinas. Aunque el porcentaje de latinos que se identifican como evangélicos se ha mantenido estable en torno al 25% entre 2008 y 2022, el crecimiento demográfico en el país significa que este porcentaje representa cada vez a más personas. Además, las tendencias indican que este porcentaje probablemente aumentará en el futuro, impulsado por cambios en dos grupos en particular: los inmigrantes y los latinos de segunda y tercera generación.
Este crecimiento en la población evangélica latina tiene implicaciones políticas significativas. Históricamente, el colectivo latino ha estado estrechamente alineado con los demócratas, pero el auge del evangelismo está llevando a una postura política cada vez más conservadora. El lobby religioso en Washington, liderado por figuras como Samuel Rodríguez, el líder de la Conferencia Nacional de Liderazgo Cristiano Hispánico, no es tímido al desplegar su poder político. Su agenda política y social incluye reformar la cultura, construir un «cortafuegos» contra el «relativismo moral» y la «apatía espiritual», y defender la vida y la libertad religiosa.
Sin embargo, cuando los sermones retumban en los salones de las miles de iglesias evangélicas latinas en el país, no se habla de política. Para el congregante promedio, la iglesia es un refugio y una fuente de apoyo en tiempos de crisis. Sin embargo, al confiar plenamente en la iglesia, muchos también confían su voto a la palabra del pastor.
En última instancia, el crecimiento de las iglesias evangélicas latinas y su influencia política creciente representan un cambio significativo en el panorama religioso y político de los Estados Unidos. Con el plan de crecimiento en plena acción, es probable que veamos que este fenómeno tenga un impacto aún mayor en los próximos años.