Una aldea remota en Papúa Nueva Guinea queda sepultada por una avalancha, dejando al menos cien muertos.

Una avalancha entierra una aldea remota en Papúa Nueva Guinea y deja un centenar de muertos

Un desastre natural de magnitud considerable ha golpeado la aldea de Kaokalam, en la provincia de Enga de Papúa Nueva Guinea. Una fuerte avalancha ha causado devastación en esta localidad remota en las primeras horas del viernes, con informes iniciales que sugieren que podría haber más de 100 víctimas mortales, según la cadena pública australiana ABC.

Según los informes, el deslizamiento de tierra ocurrió alrededor de las 3 de la madrugada del viernes (17.00 GMT del jueves), a unos 600 kilómetros al noroeste de la capital, Port Moresby.

Las estimaciones de los residentes de la zona sugieren que la cifra de muertos podría superar la centena, aunque las autoridades locales no han divulgado datos oficiales en este momento.

Elizabeth Laruma, una residente local citada por la cadena australiana ABC, describió la tragedia con palabras desoladoras: «El pueblo entero ha desaparecido». Según su relato, las casas quedaron enterradas cuando tuvo lugar la repentina avalancha desde una montaña cercana, que sorprendió a los lugareños mientras dormían.

El servicio regional de la cadena estadounidense NBC también ha informado sobre el desastre, indicando que la avalancha ha destrozado casas, jardines y bloqueado el acceso a la localidad.

Este desastre natural ocurre en un país que, a pesar de ser rico en recursos naturales, tiene una gran parte de sus más de nueve millones de habitantes viviendo en extrema pobreza. Muchos de estos se encuentran aislados debido a problemas de comunicaciones y déficit de infraestructura, especialmente en áreas remotas, donde faltan servicios básicos de salud y educación.

Papúa Nueva Guinea se asienta sobre el llamado Anillo de Fuego del Pacífico, una zona de gran actividad sísmica y volcánica que es sacudida al año por unos 7.000 temblores, la mayoría de ellos moderados.

En este contexto, apenas unos días antes de la avalancha, el país fue sacudido por un seísmo de magnitud 5,7 en la región central. Aunque no se informaron de víctimas o daños materiales en ese momento, el suceso es un recordatorio de la vulnerabilidad de la zona ante fenómenos naturales.

Este desastre en Papúa Nueva Guinea pone de relieve la urgente necesidad de mejorar las infraestructuras y servicios básicos en las áreas remotas del país, así como la importancia de contar con sistemas de alerta temprana y planes de evacuación en zonas de alto riesgo.

La avalancha también destaca la urgencia de fortalecer la resiliencia de las comunidades frente a los desastres naturales en un país que, a pesar de su riqueza en recursos naturales, lucha por superar los desafíos de la pobreza y el aislamiento.

A medida que la comunidad internacional se une para ayudar a Papúa Nueva Guinea a recuperarse de este desastre, es crucial aprender de este trágico evento para prevenir pérdidas futuras y proteger a las comunidades más vulnerables.

Mientras esperamos más detalles sobre el alcance de la tragedia y las operaciones de rescate, nuestros pensamientos están con las víctimas de esta avalancha y con todos los afectados en Papúa Nueva Guinea.

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