Europa busca un ‘shock’ de inversión | Elecciones europeas 2024

EL PAÍS

El pasado 8 de enero, Alemania recibió una autorización desde Bruselas para otorgar más de 900 millones de euros a la empresa sueca Northvolt, que tiene planes para instalar una fábrica de baterías para vehículos eléctricos en el norte del país. En un mundo cada vez más competitivo y en constante evolución, la decisión de Berlín de subvencionar a Northvolt revela algunos de los desafíos más grandes que enfrenta la Unión Europea (UE) en el futuro cercano.

Uno de los mayores desafíos es la necesidad de invertir en tecnologías clave para la transición climática y digital. En un mundo cada vez más competitivo, el apoyo público al sector privado, especialmente el industrial, es esencial para mantener la competitividad o buscar respaldo en áreas económicas rivales como Estados Unidos y China. Sin embargo, también existe el riesgo de que el mercado único de la UE se quiebre entre aquellos Estados que pueden aprovechar el presupuesto público para enfrentar estos desafíos y aquellos que no pueden.

Por ejemplo, mientras Alemania pudo aprovechar su gran capacidad fiscal para apoyar a Northvolt, España tiene dificultades para ofrecer ayudas similares al fabricante de automóviles Stellantis (Opel, Citroën, Peugeot…) para construir instalaciones similares en Figueruelas, Zaragoza, o para Volkswagen en Sagunto (Valencia) con dinero del plan europeo de recuperación.

Para abordar estos desafíos y disminuir los riesgos, las instituciones europeas encargaron dos informes a los ex primeros ministros italianos, Enrico Letta y Mario Draghi. Letta propone profundizar el mercado interior de la UE, una área que aún necesita una mayor integración en sectores como las telecomunicaciones, las bolsas de valores, la energía y la sanidad.

En la década de 1980, cuando se diseñó el mercado único actual, China representaba solo el 3% del PIB mundial, Estados Unidos algo más del 20%, y los Veintisiete juntos, el 25%. Casi 50 años después, la distribución ha cambiado significativamente, con China moviéndose en torno al 20%, Estados Unidos por encima del 16% y la UE quedando por detrás.

Para revertir esta tendencia, Letta propone aumentar la inversión, especialmente la privada, dando un paso más en la integración de los mercados de capitales (Bolsa, emisiones de deuda, fondos de inversión), de sanidad, de telecomunicaciones.

El expresidente del Banco Central Europeo, Mario Draghi, por otro lado, aún no ha terminado su trabajo, pero ha anunciado que propondrá un «cambio radical». Al igual que Letta, Draghi quiere poner fin a la fragmentación del mercado y señala a Estados Unidos, que utiliza una política industrial a gran escala para atraer la capacidad de fabricación de alto valor dentro de sus fronteras.

Draghi ha hablado de la necesidad de grandes cantidades de dinero para que la UE no se quede atrás en la transición digital y verde. En febrero, les explicó a los ministros de Finanzas de la Unión que la factura anual podría ascender a medio billón. Su sucesora, la francesa Christine Lagarde, elevó el gasto en seguridad y defensa a 800.000 millones de euros en la misma reunión.

Por su parte, la Comisión Europea calcula una cantidad algo inferior, 720.000 millones. No todo tiene que salir del erario público. Al sector privado se le asigna un papel relevante y se espera que la ampliación de los mercados evite la salida de ahorros europeos hacia Estados Unidos.

En Europa, el superávit de ahorro se exporta debido a la falta de un mercado único para los ahorros y las telecomunicaciones. Las empresas europeas enfrentan un problema de tamaño debido a la fragmentación del mercado.

El documento conjunto de Francia y Alemania propone recurrir al Banco Europeo de Inversiones y añadir un amplio mix de nuevos recursos propios al presupuesto de la Unión. Sin embargo, esta opción ha tenido poco recorrido hasta ahora y se encuentra con la resistencia de los gobiernos nacionales.

El presidente del Gobierno español, Pedro Sánchez, pidió un mecanismo que financie inversiones comunitarias después del final del fondo de recuperación en 2026 en el último Consejo Europeo.

Es fundamental tener en cuenta que si Alemania puede subvencionar a sus empresas y España no, la fragmentación del mercado puede llegar por vía indirecta. Este es un riesgo importante que podría llevar a la fragmentación e incluso a la divergencia económica en la UE.

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