Alemania protege su democracia en su 75º aniversario frente al creciente poder de la ultraderecha | Internacional

EL PAÍS

El 23 de mayo de 1949 marcó un hito en la historia de Alemania. Hace 75 años, Konrad Adenauer, el primer canciller de la República Federal de Alemania, firmó la Ley Fundamental, un documento que estableció las bases de una nueva Alemania. La nación se encontraba en ruinas, devastada por la Segunda Guerra Mundial y manchada por el horror del Holocausto, y debía afrontar la ardua tarea de transformarse en un Estado democrático y, al mismo tiempo, dejar atrás el legado de la dictadura nazi.

La República de Weimar, que había precedido al régimen de Adolf Hitler, había quedado en la memoria colectiva como una etapa de desacreditación y fracaso. Por eso, era crucial que la nueva Alemania fuera un baluarte contra la Unión Soviética y un ejemplo de paz y estabilidad para sus vecinos. La violencia política no debía tener cabida en este nuevo escenario.

Sin embargo, en los últimos años, la sombra de la extrema derecha y el incremento alarmante de los ataques a políticos han resucitado ecos del pasado. Frank-Walter Steinmeier, el presidente federal de Alemania, reflejó estos temores durante el acto central de celebración de la firma de la Ley Fundamental que tuvo lugar en Berlín.

«Bajo presión», fue la frase que utilizó Steinmeier para describir la situación de la democracia en la actualidad. El presidente alemán advirtió sobre las fuerzas que, a su juicio, están ganando terreno y buscan debilitar y socavar la democracia, despreciando sus instituciones e insultando y denigrando a sus representantes.

Entre los asistentes al acto se encontraba Angela Merkel, la ex canciller alemana, y Margot Friedländer, superviviente del Holocausto. Steinmeier aprovechó la ocasión para recordar la necesidad de proteger la democracia. «Otros no la protegerán», declaró, «Solo nosotros podemos protegerla».

Las palabras del presidente llegan en un momento en el que la sociedad alemana vive una creciente inquietud. El partido de ultraderecha Alternativa para Alemania (AfD) está ganando poder, a pesar de las sospechas de extremismo y la investigación abierta por los servicios secretos. El lenguaje nazi utilizado por sus miembros y los comentarios controvertidos de sus líderes, como Maximilian Krah, despiertan temores y tensiones.

La violencia contra políticos y cargos públicos, los ataques antisemitas, los mensajes de odio en las redes sociales y la creciente popularidad de AfD son solo algunas de las preocupantes noticias que se suceden día tras día. El presidente alemán fue claro al respecto: «La violencia destruye la democracia. Siembra el miedo. Siembra desconfianza. Desalienta».

La misma semana en que se celebraba el aniversario de la Ley Fundamental, el Ministerio de Interior y la Oficina Federal de la Policía de lucha contra la Criminalidad (BKA) revelaron un dato alarmante: en 2023 se registraron 60.028 delitos impulsados por la ideología política, siendo los actos perpetrados por ultraderechistas los que más aumentaron.

La revista alemana Der Spiegel se hizo eco de esta situación en su última portada, titulada «¿No hemos aprendido nada?». La publicación reflexionaba sobre los 75 años de vida de la República Federal de Alemania, una historia de éxito, por un lado, y de fracaso, por otro.

Los ataques han afectado especialmente a miembros del partido Los Verdes, tradicionalmente objetivo de las campañas de desinformación en las redes sociales. Pero también a otros políticos, como el eurodiputado socialdemócrata Matthias Ecke, que fue gravemente agredido hace unas semanas en Dresde.

En este contexto, cada vez más expertos advierten que las lecciones aprendidas de la historia alemana parecen haberse desvanecido con los años en ciertos grupos de la sociedad. La reciente encuesta de la cadena pública alemana ZDF revela que casi tres cuartas partes de los alemanes ven a AfD como una amenaza para la democracia.

«Al comienzo de la República Federal alemana, hace 75 años, al proyecto se lo llamaba superación; superar la era nazi. El nuevo proyecto ahora se llama preservación: preservar lo bueno que se ha creado», concluyó Steinmeier en su discurso. Las palabras del presidente alemán reflejan la lucha y los desafíos a los que se enfrenta la Alemania de hoy: defender y preservar la democracia contra las amenazas emergentes.

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