La confrontación entre dos superpotencias, Estados Unidos y China, se ha intensificado hasta el punto de convertirse en una nueva Guerra Fría. Aunque esta tensión geopolítica es global, el epicentro indiscutible se encuentra en Taiwán. El pequeño archipiélago se ha convertido en una pieza estratégica fundamental en la lucha por la hegemonía mundial, tanto política como tecnológica.
En el pasado, algunos consideraron que la entrega de Taiwán a China sería una solución realista y pragmática a las tensiones. Sin embargo, las circunstancias actuales han cambiado radicalmente esta percepción. La posibilidad de una invasión china ha obligado a las corporaciones que operan en Taiwán a implementar medidas de contingencia. Dos empresas en particular, TSMC, una compañía local dedicada a la fabricación de microconductores, y ASML, una empresa neerlandesa que es la única fabricante de máquinas de ultravioleta extremo (UVE) utilizadas en litografía, han tomado medidas extraordinarias.
En previsión a una posible invasión china, tanto TSMC como ASML han implementado sistemas que permiten desactivar sus máquinas a distancia. Esta medida preventiva tiene como objetivo principal impedir que el gobierno chino y sus corporaciones puedan apoderarse de sus tecnologías avanzadas. ASML ha asegurado al gobierno de Países Bajos que puede desactivar sus máquinas de UVE de forma remota. Estas máquinas son esenciales para la fabricación de chips empleados en diversos sectores, incluyendo la inteligencia artificial y las aplicaciones militares.
La decisión de TSMC y ASML de instalar sistemas de desactivación remota es una respuesta directa a las presiones de Estados Unidos y al clima de tensión creciente en Taiwán. Este conflicto tiene similitudes con la situación en Ucrania, que fue invadida por Rusia, y podría ser una versión asiática de la guerra que está transcurriendo en Europa.
La implementación de estas medidas de seguridad tecnológica por parte de TSMC y ASML es una señal inequívoca de que la situación en Taiwán es mucho más tensa de lo que aparenta. Aquí se entremezclan el deseo de Estados Unidos de mantener su hegemonía, el conflicto entre la República Popular de China, un país gobernado por el Partido Comunista, y la República de China, más conocida como Taiwán, un país con un régimen capitalista.
La existencia de Taiwán es el resultado de una guerra civil en China que enfrentó a nacionalistas y comunistas. Los nacionalistas perdieron la guerra y se refugiaron en la isla de Taiwán, donde establecieron el estado oficialmente llamado República de China. Esta historia explica por qué muchos taiwaneses defienden la independencia del archipiélago y se consideran el estado chino legítimo, incluyendo la China continental dominada por el Partido Comunista. La República Popular de China, por su parte, reclama su soberanía sobre Taiwán.
Las presiones de Estados Unidos para mantener su hegemonía en el mundo solo están acelerando un conflicto que existe desde hace décadas entre Taiwán y la República Popular de China. Ambos se disputan el ser el auténtico y legítimo gobierno de todos los chinos. Mientras las libertades están muy restringidas en la República Popular de China, Taiwán es una democracia consolidada y junto con Nepal son los únicos países de Asia donde el matrimonio entre personas del mismo sexo es legal en todo el territorio.
Taiwán se ha convertido en una zona de alto valor estratégico tanto para Estados Unidos como para China. Estados Unidos busca evitar perder más hegemonía, mientras que China ve la anexión del archipiélago como una oportunidad para avanzar en muchas posiciones, adquirir tecnología avanzada y poner fin a un conflicto que ha perdurado durante décadas.