Estonia acusa a Rusia de amenazar con modificar sus fronteras fluviales | Internacional

EL PAÍS

La tensión entre Rusia y sus vecinos aliados de la OTAN continúa en aumento. El jueves, Estonia acusó al Kremlin de amenazar con redibujar las fronteras que comparten a lo largo del río Narva, solo un día después de que Rusia lanzara un proyecto para extender sus fronteras marítimas en el Báltico, afectando a Finlandia, Lituania y Polonia. Este último movimiento ha provocado gran preocupación entre los miembros de la Alianza Atlántica.

Este incidente con Tallin representa otra estrategia de Moscú para desestabilizar a la Unión Europea y a los aliados de la OTAN en el continente, mediante ataques cibernéticos, sabotajes y operaciones de influencia. Esta acción se produce pocas semanas después de que varios aliados de la Alianza acusaran a Moscú de interferir con los GPS de las aerolíneas sobre el mar Báltico.

Rusia utiliza las cuestiones fronterizas como medio para crear miedo y ansiedad”, declaró la primera ministra estonia, Kaja Kallas, en una rueda de prensa en Tallin. Kallas lleva semanas asegurando que Rusia está en una “guerra encubierta” con Europa.

En relación con el incidente fronterizo, Estonia alegó que durante la madrugada del miércoles al jueves, Rusia extrajo 24 de las 50 boyas que habían sido colocadas recientemente para demarcar la frontera fluvial entre ambos países. La Guardia Fronteriza rusa retiró unilateralmente las boyas luminosas colocadas por Estonia en el río Narva, según denunció el Ministerio de Exteriores de Estonia.

Lituania también ha denunciado el plan ruso para extender sus fronteras marítimas —publicado en el portal jurídico del Ministerio de Defensa el martes y eliminado sin explicaciones el miércoles— como “otra operación híbrida” de Rusia.

Rusia lleva tiempo disputando con Estonia sobre sus fronteras fluviales en el río Narva. A principio de este año, Moscú reclamó que no aceptaba la ubicación de más de la mitad de las boyas que había propuesto Tallin.

Estos incidentes avivan la ya alarmante crisis entre la OTAN y Rusia, que se ha intensificado desde hace más de dos años con la invasión de Ucrania. En las últimas semanas, la República Checa, Alemania y Polonia han denunciado sabotajes y operaciones rusas destinadas a socavar la unidad de la UE.

Además, se ha informado que el Kremlin está embarcado en una guerra híbrida cada vez más activa con los países de la Alianza, y que planea nuevas operaciones a través de su red de espionaje y en colaboración con organizaciones criminales.

Por otro lado, el miércoles, el primer ministro polaco, Donald Tusk, anunció que sus fuerzas de seguridad habían arrestado a nueve personas sospechosas de ataques e incendios provocados, y que sospechan que están a sueldo de Rusia.

Estos sucesos se producen en una coyuntura crítica, con un superaño electoral en Europa: del 6 al 9 de junio se celebran comicios al Parlamento Europeo y también pasarán por las urnas la ciudadanía en Bélgica, Croacia, Austria, Lituania, Rumania y Reino Unido.

Estos movimientos de Rusia ponen en evidencia una creciente tensión con sus vecinos y aliados de la OTAN, un tema que debe ser seguido de cerca por la comunidad internacional.

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