Li Shulei, un talento superdotado cuyo potencial parece inagotable, ha estado en el centro de la escena política y académica de China desde que ingresó en la Universidad de Pekín a la temprana edad de 14 años. Originario de un condado pobre en la provincia central de Henan, a los 20 años ya había obtenido un doctorado en Literatura China. Su habilidad para manejar las palabras, su don de gentes y su ferviente patriotismo, sumado a su brillantez intelectual, le valieron el apodo de ‘el niño prodigio’ en el mundo académico.
A finales de la década de 1980, China estaba en medio de un auge económico alimentado por políticas de reforma y apertura. Fue durante este tiempo que Li fue reclutado por la Escuela Central del Partido, una prominente academia que ha producido muchos de los grandes líderes de China. No pasó mucho tiempo antes de que el talento de Li fuera reconocido por el gobernante Partido Comunista Chino (PCCh).
Li fue uno de los jóvenes funcionarios más prometedores seleccionados para estudiar en los Estados Unidos, específicamente en la Escuela de Política Kennedy de la Universidad de Harvard. A su regreso a China, Li enseñó literatura en la Escuela Central del Partido durante varios años antes de ser nombrado vicedirector de la escuela en 2008, cuando el actual presidente Xi Jinping era el director.
Li y Xi formaron un vínculo estrecho, y cuando Xi asumió el poder en 2013, impulsó a Li hacia la política. Comenzó su carrera política en la dirección del PCCh en la provincia sureña de Fujian, donde pudo aprender de primera mano cómo funcionaba una administración local. Posteriormente, fue nombrado jefe del organismo anticorrupción de Pekín, y en 2017, como subsecretario de la misma institución a nivel nacional, dirigió junto a Xi una cruzada contra la corrupción que acabó con cientos de miles de funcionarios de todos los niveles, incluidos los rivales políticos de Xi.
El «premio gordo» llegó para Li en 2022, cuando Xi fue reelegido para un nuevo mandato en el congreso del partido. Li fue ascendido al poderoso Politburó, el órgano de toma de decisiones más alto del PCCh. También fue nombrado jefe del Departamento de Publicidad del Comité Central, el brazo propagandístico de Pekín.
Hoy en día, Li, a sus 60 años, es el encargado de la herramienta clave en el mensaje que el gobierno de Xi vende al mundo mientras China busca disputar la hegemonía a los Estados Unidos en un patio global más multipolar. Su trabajo consiste en fabricar la narrativa oficial que se difunde en toda China, controlar los medios de comunicación y supervisar todas las publicaciones y películas que se lanzan en el país.
El ex editor de China Youth Daily, Li Datong, explica: «China ha fortalecido el control sobre todas las formas de expresión pública, ampliando su poderoso departamento de propaganda para absorber las agencias responsables de regular los medios de comunicación y vigilar la producción, distribución y proyección de películas nacionales».
En algunos círculos políticos de Pekín, se rumorea que Li, quien también es uno de los principales asesores de Xi Jinping, está siendo considerado como un potencial sucesor del omnipresente líder de China. Pero por ahora, Li continúa concentrándose en su trabajo actual: dirigir la máquina de propaganda más grande del mundo.