En un clima político incierto y en medio de una economía tambaleante, el primer ministro británico Rishi Sunak ha anunciado un adelanto de las elecciones generales para el 4 de julio. La decisión se produce en un momento en que los conservadores están al menos 20 puntos porcentuales detrás del Partido Laborista en todas las encuestas, lo que hace cada vez más probable que Keir Starmer sea el próximo inquilino de Downing Street.
La decisión de Rishi Sunak ha llegado en un momento en que Reino Unido experimentaba una disminución de la inflación, que bajó al 2,3% en abril. Sin embargo, es importante destacar que, aunque esta cifra es positiva, es peor de lo que los analistas habían pronosticado (2,1%). Además, el crecimiento económico en el primer trimestre del año fue de un escaso 0,6%, y no se espera que el Banco de Inglaterra reduzca las tasas de interés en su próxima reunión en junio.
En su anuncio, Sunak destacó la gravedad de los desafíos globales actuales, como la guerra que Rusia ha lanzado contra Ucrania. También criticó a su rival, Keir Starmer, acusándolo de tomar el camino fácil para llegar al poder y de abandonar muchas de las promesas que hizo para convertirse en el líder del Partido Laborista.
Sunak llegó al poder después de la caída de su predecesora, Liz Truss, cuyo drástico plan de reducción de impuestos hundió la libra esterlina y la credibilidad internacional del Reino Unido. De origen indio, Sunak representa una tecnocracia moderna y seria en contraposición a los bandazos ideológicos de sus predecesores Truss y Boris Johnson.
El primer ministro fue educado en Oxford y Stanford y está casado con Akshata Murty, hija del multimillonario indio Narayana Murthy, fundador de Infosys, una empresa que ha revolucionado el sector de servicios de la nueva tecnología digital.
Sin embargo, a pesar de su formación tecnocrática, Sunak ha adoptado un discurso populista y xenófobo, atraído por el ala dura de su partido, ante el desafío de la inmigración irregular. Incluso ha adoptado un controvertido plan para deportar a inmigrantes a Ruanda, una medida puesta en marcha por Johnson para desviar la atención de sus propios escándalos.
Por el lado del Partido Laborista, su líder Keir Starmer ha trabajado arduamente para devolver al partido al centro y rescatar la imagen de moderación y apoyo a las clases medias que Tony Blair cultivó con éxito. A pesar de algunos desafíos, como el abandono de algunos representantes laboristas municipales en zonas con una gran población musulmana, Starmer ha logrado convencer a la mayoría de los británicos de que su victoria es inevitable.
Según la empresa de sondeos YouGov, siete de cada diez ciudadanos están seguros de que el próximo Gobierno del Reino Unido será laborista. Como resultado, el anuncio de Sunak de adelantar las elecciones se interpreta como una forma de poner fin a la agonía final de más de 14 años de gobiernos tories.
Las próximas elecciones generales serán un momento decisivo para el Reino Unido, ya que el país enfrenta desafíos económicos, políticos y sociales significativos. Con los conservadores y los laboristas en una lucha por el poder, los resultados podrían tener un impacto duradero en el futuro del país.