El presidente de Ucrania, Volodmir Zelenski, mantiene su legitimidad y el apoyo de sus ciudadanos a pesar de que su mandato ordinario al frente de la jefatura del Estado ha finalizado sin la perspectiva de que se vayan a celebrar nuevas elecciones debido a la guerra de agresión rusa. Si no fuera por esta invasión, un nuevo líder habría asumido el poder en Kiev, o Zelenski habría logrado un segundo mandato.
Durante un breve debate en el otoño de 2023, se llegó a un consenso en Ucrania de que Zelenski conservaría su posición hasta que las circunstancias permitieran la celebración de unas elecciones seguras y competitivas. Este consenso sigue vigente ahora que el primer mandato de cinco años de Zelenski ha llegado a su fin.
Antón Grushetski, director ejecutivo del Instituto Internacional de Sociología de Kiev, afirmó que la mayoría de los ucranianos consideran a Zelenski completamente legítimo y creen que las elecciones deben celebrarse después de la guerra. Las encuestas recientes indican que entre el 70% y el 80% de los ucranianos apoyan el aplazamiento de las elecciones, tal y como prevé la Constitución de Ucrania en caso de ley marcial, que es la situación actual. Además, entre el 60% y el 65% apoya al presidente en funciones, a pesar de la disminución de su popularidad el pasado invierno.
A pesar de la disminución de la popularidad de Zelenski, la mayoría de los ucranianos entienden que el país está librando una «guerra existencial», subraya Grushetski. Celebrar elecciones en este contexto significaría que millones de ucranianos no podrían votar ni participar como candidatos. También sería imposible garantizar su seguridad en medio de los masivos ataques rusos, y el debate preelectoral podría polarizar a la sociedad y dañar la unidad nacional.
Estos argumentos son compartidos por un centenar de las principales ONG ucranianas, que no suelen tener reparos en criticar al Gobierno. El pasado otoño, estas organizaciones firmaron una declaración contra la celebración de elecciones, que fue iniciada por OPORA, una organización especializada en la supervisión de elecciones y leyes electorales.
Olga Aivazovska, responsable de OPORA, señaló que nada ha cambiado desde entonces. «El Estado tiene actualmente una única misión: sobrevivir y proporcionar seguridad a sus ciudadanos», subraya. La permanencia de Zelenski en el poder refleja también un consenso entre las principales fuerzas políticas de Ucrania.
La oposición ha acordado que ni las elecciones presidenciales ni las parlamentarias son actualmente posibles y que se celebrarán en los seis meses siguientes al final de la guerra, de acuerdo con la fórmula electoral vigente.
Rusia ha empleado su «gigantesca maquinaria propagandística» en un esfuerzo por fomentar las dudas sobre la legitimidad de Zelenski, ha advertido el Centro de Comunicaciones Estratégicas y Seguridad de la Información, vinculado al Gobierno. Aunque sus esfuerzos dentro de Ucrania «han fracasado», según el centro, Rusia también se esfuerza por presentar a Ucrania como antidemocrática en el extranjero.
«La principal amenaza a la democracia para Ucrania la representa Rusia y su invasión a gran escala, un crimen según el derecho internacional», subraya Aivazovska. Según ella, Ucrania sigue siendo democrática porque la influencia de la sociedad en las decisiones políticas es «significativa», ya sea a través de su autogobierno local, las plataformas de análisis, los múltiples voluntarios que apoyan al Ejército o los periodistas de investigación.
El apoyo a la democracia no ha hecho más que crecer en Ucrania durante la invasión rusa. Casi el 60% de los ucranianos está de acuerdo en que ser una democracia es más importante que tener «un líder fuerte», el doble que hace tres años, según el Instituto Internacional de Sociología de Kiev.
Aproximadamente el mismo porcentaje de los ucranianos cree que Ucrania es totalmente o bastante democrática, señaló también Grushetski. Para Aivazovska, estas actitudes contrastan fuertemente con las de regímenes no democráticos, entre los que citó a Rusia, donde -según agregó- la sociedad civil se ha «retirado» de la vida política o apoya al líder que se salta la Constitución del país y comete un crimen de agresión contra Ucrania.