Asma Asad enfrenta su segundo cáncer, la ‘cara moderna’ de Siria ahora bajo sanciones internacionales

El segundo cncer de Asma Asad, la que fuera 'cara moderna' de Siria y sobre la que pesan sanciones internacionales

La noticia más reciente que ha sacudido la política siria es el anuncio de la presidencia de que la primera dama, Asma Asad, está luchando contra la leucemia mieloide aguda. Este tipo de cáncer es particularmente agresivo, afectando tanto a la médula ósea como a la sangre. El comunicado oficial fue emitido por la agencia estatal Sana, que reveló que Asad fue diagnosticada después de presentar varios síntomas y someterse a una serie exhaustiva de pruebas y exámenes médicos.

En respuesta a su diagnóstico, Asad ha decidido «retirarse temporalmente» de todos sus compromisos para someterse a un «tratamiento especializado que incluye estrictas medidas de prevención de infecciones». La primera dama de 48 años ya ha luchado contra el cáncer antes, superando el cáncer de mama en 2019 después de un largo tratamiento. La presidencia no ha especificado cuándo fue diagnosticada con leucemia.

El año pasado, Asad realizó su primer viaje oficial al extranjero junto a su esposo, el presidente Bachar Asad, después de una década de ostracismo internacional debido a las atrocidades cometidas por las fuerzas del régimen, que incluyen la muerte y tortura de miles de sirios. Este conflicto ha provocado una de las mayores oleadas de refugiados desde la Segunda Guerra Mundial, con la mitad de la población del país huyendo de sus hogares.

En los últimos dos años, Asad ha trabajado para restaurar su imagen pública, recuperando su perfil de primera dama preocupada por la situación de su país y participando activamente en actos benéficos. Antes de su diagnóstico, estaba previsto que asistiera a un evento del Fondo Sirio para el Desarrollo, una organización estatal que gestiona proyectos de caridad en áreas del país controladas por el régimen.

Nacida y criada en el Reino Unido en una familia siria de confesión suní, Asad trabajó en el sector bancario y de inversiones antes de renunciar a su carrera para casarse con el entonces recién nombrado presidente Bachar Asad en el año 2000. A pesar de la crisis que su matrimonio causó en la familia Asad debido a su origen suní, Asad trabajó para mejorar su fluidez en árabe e intentó conocer el país que había conocido principalmente a través de visitas de verano a familiares.

Después de mantener un perfil discreto durante los primeros años de su matrimonio, Asad comenzó a representar la cara moderna del país, preocupada por cuestiones sociales, promoviendo actos culturales y demostrando habilidad para tratar con socios occidentales. Sin embargo, esta imagen se desmoronó a medida que avanzaba la guerra en el país, ya que se hizo evidente que la primera dama estaba utilizando su trabajo público para lavar la imagen de la brutal represión de su esposo contra la disidencia.

A pesar del conflicto, Asad ha mostrado poco o ningún arrepentimiento por las acciones del régimen. Unos correos electrónicos filtrados por el diario The Guardian revelaron que llevaba una vida de lujos, gastando millones en joyas, mientras el conflicto arrasaba ciudades en todo el país.

Muy activa en su cuenta de Instagram, sus fotografías ocultan el terrible costo de más de una década de guerra, con miles de muertos o desaparecidos, y gran parte de la población desplazada. Su cuenta en esta red social se reactivó el año pasado, cuando el país fue readmitido en la Liga Árabe, en un impulso regional para normalizar los lazos con los países de la región.

A pesar de las preguntas sobre si Asad apoya los actos de su esposo o simplemente está en negación, ella dejó claro en una entrevista con medios rusos que no tiene intención de abandonar Siria. En marzo de 2012, la Unión Europea congeló sus activos y le prohibió viajar. Una década después, el Reino Unido inició una causa de terrorismo contra Asad que amenazaba con arrebatarle su ciudadanía británica, por «incitar y alentar crímenes de guerra por parte de las fuerzas del gobierno sirio».

Las pruebas de su implicación y apoyo al régimen de su esposo le han pasado factura. También pesan sobre ella sanciones estadounidenses desde el año 2020, en un intento de debilitar el régimen. «Asma Asad ha encabezado los esfuerzos en nombre del régimen para consolidar el poder económico y político, incluso utilizando su denominada organización benéfica y de la sociedad civil. La corrupción de ella y su familia es una de las muchas razones por las que este conflicto persiste«, señaló Washington durante el anuncio de las sanciones.

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