La reciente escalada del conflicto entre Israel y Hamas ha llevado a la muerte de cinco soldados israelíes en el norte de la Franja de Gaza. Este lúgubre hito se produce en un momento de la guerra marcado por la reanudación de combates en esa zona, la incursión en Rafah al sur y la creciente presión internacional para limitar la escala de la violencia. Estas muertes elevan a 278 el número total de soldados israelíes que han caído desde el comienzo de la operación terrestre en respuesta al ataque de Hamas en el sur de Israel a finales de octubre.
En este contexto de tensión y violencia, se suma la crisis humanitaria que azota al enclave palestino. La situación se agrava con el anclaje del muelle flotante estadounidense destinado a suministrar ayuda. A estos problemas se suman el estancamiento en la negociación del alto el fuego y la liberación de los secuestrados.
A nivel político, la división en el gabinete de Benjamín Netanyahu en torno al «día después» de la guerra y el creciente intercambio de golpes entre Israel y el grupo armado libanés Hizbul, añaden un nivel adicional de complejidad a la situación. El ministro de Defensa, Yoav Gallant, ha entrado en un enfrentamiento público con Netanyahu, desencadenando una división en el gabinete sobre cómo debería ser el futuro de la Franja de Gaza.
Gallant argumenta que «Hamas ya no funciona como organización militar» y que la mayoría de sus batallones han sido desmantelados. Según él, Hamas ha recurrido a la guerra terrorista, ejecutada de manera individual y por pequeños escuadrones. Gallant insta a la necesidad de una «alternativa palestina local no hostil» para evitar que Hamas pueda reconstruirse y fortalecerse.
Por su parte, Netanyahu sostiene que mientras Hamas siga en pie, ningún otro actor querrá asumir el control civil de Gaza. Según el primer ministro, ningún palestino se atreverá a intentar tomar el control por temor a ser asesinado por los islamistas. Netanyahu rechaza la opción de la Autoridad Palestina de Abu Mazen, respaldada por EEUU, argumentando que la AP apoya, educa y financia el terrorismo.
El debate político entre Netanyahu y Gallant, junto con la creciente violencia en el terreno, ha provocado un gran malestar en la Administración Biden. El secretario de Estado, Antony Blinken, ha advertido a Israel que necesita un «plan claro y concreto» para el futuro de Gaza, de lo contrario, el vacío de poder fomentará el caos.
El ala ultranacionalista de la coalición exige la dimisión de Gallant, mientras el líder centrista Benny Gantz, que se unió al Gobierno tras el 7-0, apoya sus palabras y critica a Netanyahu. Las tensiones se intensifican a medida que el conflicto continúa, con combates en el norte de Gaza, ataques aéreos israelíes en el enclave, y el lanzamiento de proyectiles de Hamas contra el sur de Israel.
En resumen, la situación en la Franja de Gaza es cada vez más tensa y compleja. La lucha en el terreno se combina con una creciente crisis humanitaria y una división política cada vez más marcada en Israel. Mientras tanto, la presión internacional para una resolución pacífica y duradera del conflicto se intensifica.