En el estado sureño de México, Chiapas, la pobreza está provocando la muerte de niños. El problema radica en la falta de acceso a servicios de salud adecuados y a una alimentación nutritiva y de calidad. Esta realidad sombría es reconocida por el Consejo Nacional para la Evaluación de la Política de Desarrollo Social (CONEVAL), que identifica a Chiapas como el estado con la tasa de defunciones de niñas y niños más alta en el país.
Para entender la gravedad de la situación, es importante tener en cuenta que de cada 100 menores en Chiapas, 49 viven en hogares con un ingreso tan bajo que no les permite cubrir las necesidades básicas de la vida cotidiana. Según datos del Instituto Nacional de Geografía y Estadística, de los 2.1 millones de niñas, niños y adolescentes en Chiapas, 1.6 millones se encuentran en pobreza extrema. Esta realidad alarmante ha llevado a los especialistas a pedir a los gobiernos que tomen medidas urgentes para proteger la infancia y garantizar su desarrollo adecuado.
Según la nutrióloga Zazil Selene de León García, las estrategias de intervención deben estar orientadas a empoderar a las personas y darles las herramientas necesarias para mejorar sus condiciones de vida. Esto incluye facilitar el acceso a trabajos en la tierra para evitar que las personas se vean obligadas a emigrar de sus pueblos en busca de una mejor situación económica.
Para garantizar un ingreso suficiente que permita a las familias satisfacer las necesidades de niñas, niños y adolescentes, los especialistas sugieren que se deben generar condiciones que permitan diseñar mecanismos de apoyo. Estos mecanismos podrían incluir programas de asistencia social, subsidios para alimentos y salud, y oportunidades de empleo para los padres.
La situación en Chiapas es un reflejo de las profundas desigualdades que existen en México y en muchos otros países de América Latina. La pobreza y la desnutrición son problemas interrelacionados que requieren soluciones integrales. La falta de acceso a servicios de salud adecuados y a una alimentación nutritiva y de calidad no solo pone en riesgo la vida de los niños, sino que también limita su potencial de desarrollo y sus oportunidades futuras.
Para cambiar esta realidad, es crucial que los gobiernos inviertan en infraestructuras de salud y educación, y que implementen políticas de protección social que ayuden a las familias a salir de la pobreza. Sin embargo, estas medidas por sí solas no serán suficientes. También es necesario promover la equidad y la inclusión social, garantizando que todas las personas, independientemente de su origen o condición económica, tengan las mismas oportunidades para prosperar.
En este sentido, el papel de los profesionales de la salud, como la nutrióloga Zazil Selene de León García, es fundamental. A través de su trabajo, pueden contribuir a mejorar la nutrición y la salud de los niños, y a sensibilizar a la población sobre la importancia de una alimentación adecuada. Además, pueden desempeñar un papel clave en la identificación de las necesidades de las comunidades y en la promoción de soluciones que respondan a estas necesidades.
En última instancia, la lucha contra la pobreza y la desnutrición en Chiapas y en otras regiones de México requiere un esfuerzo conjunto de todos los sectores de la sociedad. Solo trabajando juntos, y con un fuerte compromiso con la equidad y la justicia social, podremos garantizar un futuro mejor para todos los niños.