El viernes 10 de mayo, una gran manifestación compuesta por varios grupos radicales irrumpió en la fábrica de Tesla cerca de Berlín. Este es el lugar de manufactura de los Tesla Model Y, un vehículo eléctrico que lidera las ventas en gran parte del mundo. Los manifestantes, que según algunas fuentes sumaban hasta 1.200 personas, rompieron el cordón policial establecido alrededor de la gigafactoría de la empresa estadounidense.
La portavoz de los manifestantes, Lucia Mende, sostuvo que fueron 800 las personas que se unieron a la protesta. Esta acción marca el comienzo de una manifestación que se espera dure unos cinco días, en protesta contra los planes de expansión de Tesla.
Los manifestantes, vestidos de oscuro y portando pancartas, surgieron desde los bosques circundantes. Se observaron banderas de Palestina y también del movimiento terrorista RAF (Red Army Faction). Los manifestantes utilizaron tácticas de ocupación típicas de los grupos medioambientales radicales europeos.
El motivo de las protestas radica en las políticas de Tesla. Los manifestantes alegan que estas políticas están más orientadas a favorecer la industria automotriz que a proteger el medioambiente. Además, se oponen a los planes de expansión de la planta de Tesla, ya que consideran que estos afectarían a la zona boscosa adyacente a la fábrica.
Los manifestantes también se dirigieron hacia un antiguo aeródromo que Tesla está utilizando para almacenar unidades producidas que aún no han sido vendidas o matriculadas.
Otras quejas levantadas en relación a la macroplanta de Tesla son referentes a la calidad del agua en la zona, impactada por las actividades de la planta, y a cuestiones sobre el uso de litio en la cadena de suministro de Tesla. La mayor parte del litio en el mundo proviene de Australia, y su obtención, transporte y refinamiento tienen un significativo impacto medioambiental.
Se han registrado numerosas incidencias medioambientales en la planta de Tesla, incluyendo el derrame de miles de litros de pintura y diésel para las máquinas, así como un incendio causado por una batería desechada.
En Alemania, la presencia e influencia de las fuerzas ecologistas es notable, incluso a nivel gubernamental. Estos grupos han sido los principales apoyos de Olaf Scholz. Su presión llevó al cierre de las centrales nucleares, lo que ha llevado a que el país tenga que recurrir al uso de carbón para obtener la energía necesaria para alimentar a uno de los países más desarrollados de la Unión Europea.
La expansión de Tesla y sus políticas medioambientales han creado tensiones con los grupos ecologistas en Alemania. No es la primera vez que la empresa enfrenta resistencia en este país, y es probable que las manifestaciones y protestas continúen en el futuro.
La presencia de Tesla en Alemania, un país con una fuerte tradición automotriz y una creciente conciencia medioambiental, pone de manifiesto los desafíos que enfrentan las empresas de tecnología de punta y la industria automotriz en general en el siglo XXI. Mientras Tesla continúa expandiéndose, tendrá que lidiar con estas tensiones y encontrar formas de equilibrar sus ambiciones de crecimiento con la necesidad de proteger el medio ambiente y mantener buenas relaciones con las comunidades locales.