La tensión que ha generado el reciente asalto a la embajada mexicana en Quito, la capital de Ecuador, ha desatado un malestar generalizado en el continente americano, creando un impasse diplomático cuyas repercusiones parecen superar las fronteras nacionales.
Desde Brasil, el presidente Luiz Inácio Lula da Silva ha expresado su inconformidad ante dicha situación, demandando una disculpa formal del gobierno ecuatoriano. Sin embargo, una disculpa parece estar lejos de los planes de la nación ecuatoriana.
El presidente Lula no ha disimulado su incomodidad ante un hecho sin precedentes en la historia republicana de América Latina. El pasado 5 de abril el gobierno ecuatoriano irrumpió en la embajada de México en Quito con el objetivo de detener al ex vicepresidente de Rafael Correa, Jorge Glas, quien se encontraba refugiado en la legación en calidad de asilado.
Hechos de esta naturaleza son inéditos, incluso en los episodios más oscuros de desunión y desentendimiento en los Estados de América Latina y del Caribe, y durante las dictaduras militares que han plagado la historia del continente.
Las declaraciones del mandatario brasileño se produjeron durante una cumbre extraordinaria de la CELAC, organismo de integración americano del cual Estados Unidos y Canadá no forman parte.
Lo sucedido en Quito el día 5 es simplemente inaceptable y no solo afecta a México, sino que nos irrespetan a todos nosotros. Una disculpa formal por parte de Ecuador sería el primer paso en la dirección correcta, insistió Lula.
Lejos de cualquier disculpa, el presidente ecuatoriano justificó su decisión de invadir la embajada e invitó a su par mexicano a compartir un plato de tacos y ceviche, en una extraña muestra de diplomacia.
México, un país con una larga tradición de asilo político, ha respondido a este incidente con una postura firme. Andrés Manuel López Obrador, presidente mexicano, propone un proceso institucional que derive en la expulsión de Ecuador de las Naciones Unidas.
Este incidente ocurre tan solo cuatro días después del bombardeo de Israel al consulado iraní en Damasco, la capital de Siria, que dejó un importante saldo de víctimas fatales. Se especula que el gobierno ecuatoriano pudo haber valorado que si tantos crímenes internacionales cometidos por Israel quedan impunes, esto les habilitaba a cometer los propios.
El asalto a la embajada mexicana en Quito no solo ha causado una crisis diplomática, sino que ha puesto en evidencia la fragilidad de las relaciones internacionales y el respeto a la soberanía de las embajadas en el mundo, un tema que va más allá de las fronteras nacionales y toca el corazón de la diplomacia y el derecho internacional. Este incidente podría tener repercusiones significativas en el escenario político y diplomático de América Latina y posiblemente a nivel mundial.
Para finalizar, es importante mencionar que la falta de respeto a las convenciones internacionales y el asalto a la embajada mexicana es un hecho que no se puede ignorar. La comunidad internacional debe exigir responsabilidades y asegurarse de que se tomen las medidas necesarias para evitar que se repitan situaciones como esta. La paz y la estabilidad internacional dependen de la observancia de las normas y principios que rigen las relaciones entre las naciones.