El jueves pasado, las calles de Venezuela se llenaron de ciudadanos que mostraban su descontento por las sanciones impuestas por los Estados Unidos sobre su nación. La protesta, que tuvo lugar en Biscucuy, un pequeño poblado en el estado de Portuguesa, en el oeste del país, marcó el inicio de una serie de manifestaciones planificadas contra las sanciones, todas ellas enmarcadas en un contexto electoral.
El desfile de irritación hacia las políticas estadounidenses fue liderado por Diosdado Cabello, uno de los líderes del Partido Socialista Unido de Venezuela (PSUV). En medio de un mar de voces descontentas, Cabello expresó el sentir de la multitud hacia el presidente de los Estados Unidos, Joe Biden. “La gente le pide a Biden que levante el bloqueo para poder trabajar en paz (…) ¡Es una exigencia al imperialismo!”, exclamó.
Este descontento surge en respuesta a la decisión de los Estados Unidos, anunciada el 17 de abril, de suspender parcialmente el alivio de las sanciones sobre el petróleo y gas de Venezuela. La medida fue tomada después de que la líder opositora venezolana, María Corina Machado, fuera inhabilitada para participar en las elecciones del próximo 28 de julio.
El presidente de Venezuela, Nicolás Maduro, ha acusado al gobierno estadounidense de no cumplir con sus compromisos. Según Maduro, los Estados Unidos acordaron eliminar todas las sanciones que, según él, son criminales y perjudican a la sociedad y economía de Venezuela.
La Comisión Interamericana de Derechos Humanos (CIDH) también ha pedido el levantamiento de las sanciones sectoriales contra Venezuela. La CIDH citó los resultados de la visita de la relatora especial de la ONU sobre medidas coercitivas unilaterales, Alena Douhan, en 2021. Douhan destacó que las sanciones han exacerbado las dificultades que ya enfrenta el país, aumentando la escasez de productos y agravando la crisis humanitaria.
Las sanciones de Estados Unidos a Venezuela son parte de una estrategia más amplia de presión económica para provocar un cambio democrático en el país. Sin embargo, hasta ahora, las sanciones han tenido un impacto directo en la economía y en el bienestar de los venezolanos comunes.
Las sanciones, que han afectado a diversas áreas, incluyendo el sector petrolero, han llevado a una caída en la producción de petróleo, lo que ha llevado a una escasez de combustible en el país. A pesar de tener las mayores reservas de petróleo del mundo, los venezolanos se ven obligados a hacer largas filas para conseguir gasolina.
Además, las sanciones han exacerbado la ya grave crisis humanitaria, con la escasez de alimentos y medicinas cada vez más común. La falta de acceso a productos básicos ha llevado a un aumento en la desnutrición y la mortalidad infantil.
Las protestas en Biscucuy son solo el comienzo de una serie de manifestaciones planificadas en todo el país. Los líderes del PSUV esperan que estas protestas aumenten la presión internacional para que se levanten las sanciones.
A pesar de la presión interna e internacional, hasta ahora, los Estados Unidos no han mostrado signos de modificar su política hacia Venezuela. La administración Biden mantiene su apoyo a la oposición venezolana y ha reiterado que las sanciones solo se levantarán cuando se produzcan cambios democráticos en el país.