Thomas Pizarro Castillo, un jovencísimo y prometedor árbitro de solo nueve años, ha estado dirigiendo partidos de adultos y divisiones menores en las canchas de La Serena y Coquimbo. Ha dirigido cuatro partidos hasta ahora, y los comentarios sobre su desempeño han sido extremadamente positivos, lo que sugiere que tiene un futuro prometedor en el arbitraje, posiblemente a nivel nacional e incluso internacional.
Este joven apasionado del fútbol es conocido por su seguridad y templanza en el campo de juego. Los jugadores y el público han notado un cambio en su comportamiento cuando Thomas entra al campo y lanza la moneda para determinar qué equipo comienza el juego.
Thomas, apodado «Tomi», es un estudiante de cuarto grado en el colegio Altazor de Coquimbo. Sus habilidades como árbitro son el tema de conversación cada fin de semana cuando se le asigna dirigir un partido de las ligas infantiles en la zona. Armado con su silbato y tarjetas amarillas y rojas, ha demostrado un dominio impresionante del arbitraje para alguien de su edad.
Thomas sigue los pasos de su padre, Pedro Pizarro, un árbitro certificado por el Instituto Nacional de Arbitraje de Fútbol (INAF) que dejó de trabajar en el fútbol juvenil de la Asociación Nacional de Fútbol Profesional (ANFP) para dedicarse al arbitraje recreativo. Pedro confiesa que no era un buen jugador de fútbol, lo que lo llevó a seguir el curso de árbitro en 2001. Dos años después, ya era un árbitro certificado.
Pedro relata que trabajó en otros sectores antes de ser invitado a la Tercera División. Aunque ha tenido que lidiar con situaciones complicadas en el fútbol amateur, como la venta de alcohol y las barras bravas, afortunadamente no ha tenido que enfrentarse a nada grave.
Pedro ha transmitido su pasión y experiencia a Thomas, quien es su compañero en las canchas. Thomas siempre acompaña a su padre a los partidos, llevando la pelota y aprendiendo poco a poco el arte del arbitraje. Pedro le explica las reglas del juego y cómo señalarlas correctamente.
El primer partido que Thomas arbitró fue el año pasado, en un partido amistoso de fin de año. Desde entonces, ha dirigido cuatro partidos más, ganándose elogios y aplausos de los espectadores. Pedro señala que cuando Thomas arbitra, el entorno cambia: la gente respeta sus decisiones y nadie se queja.
Para Thomas, el arbitraje es algo que disfruta. Aunque admite que todavía siente la tentación de patear la pelota mientras arbitra, siente que los jugadores y el público lo respetan y apoyan. Sus padres también son un gran apoyo para él, alentándolo a seguir su pasión por el arbitraje.
En resumen, Thomas Pizarro Castillo es un joven árbitro con un futuro brillante. Aunque todavía tiene mucho que aprender, su pasión por el fútbol y su determinación para mejorar lo han puesto en el camino hacia una exitosa carrera en el arbitraje.