Antonia Lobos Rivera, una estudiante de 13 años de edad en el Colegio Gerónimo Rendic de La Serena, Chile, se quitó la vida en julio de 2023 luego de soportar dos años de bullying y acoso por parte de sus compañeros de clase debido a su discapacidad. Antonia se vio obligada a usar una silla de ruedas y muletas después de sufrir un accidente que la dejó con una Hoffitis, una inflamación severa del tendón de la rótula. En medio de las burlas y el acoso constante, Antonia se mantuvo fuerte y decidida a seguir asistiendo al colegio, a pesar de las recomendaciones de su madre, Marcela Rivera, de que se quedara en casa.
Antonia era una estudiante activa y apasionada por el deporte. Antes de su accidente, tenía una calificación promedio de siete en educación física y disfrutaba jugando fútbol con la camiseta de Colo-Colo, practicando básquetbol y montando a Revuelco, el caballo de su padre. Sin embargo, su discapacidad la dejó fuera de los juegos y actividades, y las burlas y el acoso de sus compañeros de clase se volvieron cada vez más frecuentes y crueles.
El acoso se intensificó cuando Antonia comenzó a recibir amenazas anónimas a través de un grupo de Instagram llamado “Confesiones”, gestionado por estudiantes del colegio. En este grupo, los estudiantes publicaban descripciones de situaciones sexuales, acusaciones, rumores y amenazas sobre los alumnos. Antonia fue objeto de numerosos comentarios y amenazas en esta plataforma.
La situación llegó a tal punto que Marcela Rivera, la madre de Antonia, se reunió con la directiva del colegio para pedir medidas urgentes contra el acoso a su hija. A pesar de la promesa de la directiva de trabajar en la temática de bullying y establecer acciones concretas, nada cambió y Antonia continuó siendo acosada.
El colegio finalmente tomó acción después de la muerte de Antonia, iniciando charlas para discutir cómo el curso estaba enfrentando su muerte y autorizando a los amigos más cercanos a salir de clases para hablar con la psicóloga del establecimiento. Sin embargo, para muchos estudiantes, estas medidas llegaron demasiado tarde.
La historia de Antonia pone de manifiesto la gravedad del acoso escolar en Chile y la urgente necesidad de medidas efectivas para prevenirlo. Según un sondeo del Instituto Nacional de la Juventud, el 61% de los jóvenes entre 15 y 29 años declaró haber sido intimidado o maltratado verbalmente con insultos, burlas o amenazas.
El suicidio de Antonia también ha llevado a una revisión de las políticas y protocolos del colegio respecto al acoso. Dos meses después de su muerte, el colegio contrató a Deso, una consultora especializada en convivencia escolar, inclusión y trato inclusivo, para realizar una reevaluación completa de sus protocolos y reglamentos.
La muerte de Antonia ha dejado un impacto duradero en su familia y en su comunidad. Su madre, Marcela, continúa luchando con su duelo y la sensación de haber fallado a su hija. La historia de Antonia es un recordatorio desgarrador de las consecuencias devastadoras que puede tener el acoso escolar y la importancia vital de tomar medidas para prevenirlo.