La reciente y sorprendente derrota electoral del partido gobernante AKP del presidente Recep Tayyip Erdogan en las elecciones municipales de Turquía ha sacudido el panorama político y económico del país. Según los analistas de Scope Ratings, la derrota puede llevar a las autoridades monetarias a seguir respaldando las políticas monetarias restrictivas en un momento en el que la inflación se mantiene cercana al 70%. Es evidente que la situación económica del país ha tenido un gran peso en la decisión de voto de los ciudadanos.
La persistencia de una inflación elevada, una debilidad significativa del crédito, se ha identificado como un factor clave en el resultado de las elecciones. El éxito de la oposición, que logró mantener el control de las ciudades clave de Estambul y Ankara, se atribuye en parte a la frustración de los votantes con la economía, en particular la alta y persistente inflación, que alcanzó el 68,5% interanual en marzo. Esta inflación ha reducido los ingresos reales en el país y el poder adquisitivo, incluso para los pensionistas que apoyan al AKP.
En este contexto, el Banco Central de la República de Turquía (CBRT) seguirá fijando la inflación como objetivo, en consonancia con el giro que dio a su política monetaria el año pasado. «El objetivo de la autoridad monetaria es situar la inflación al final del año en el 9% en 2026, impulsada por importantes subidas de los tipos de interés», explica Thomas Gillet, director de calificaciones soberanas de Scope Ratings.
Las medidas preelectorales adoptadas por el CBRT apoyan esta visión. El banco central elevó su tipo al 50% para los repos a 1 semana desde el 8,5% desde mayo de 2023, incluyendo una subida de 500 puntos básicos el 22 de marzo. Estas medidas decisivas mejoran aún más la credibilidad del banco central, que se vio considerablemente mermada por las políticas poco ortodoxas aplicadas en 2021-22.
La aceptación por parte del presidente Erdogan del resultado electoral respalda la fortaleza institucional del país, ya que demuestra el reconocimiento oficial de los partidos de la oposición por parte de la dirección política y las instituciones de Turquía. Este hecho hace menos probables las enmiendas constitucionales para anular el límite de dos mandatos en la presidencia. Esta demostración de un proceso democrático actual podría tranquilizar a los inversores y dar lugar a una mayor inversión en activos denominados en liras, que ahora son más atractivos para los inversores extranjeros dados los tipos de interés oficiales más altos.
La política monetaria restrictiva prevé un aumento medio de la inflación del 60% este año, frente al 53% de 2023. Esto equilibra una fuerte presión sobre los precios en el primer semestre y una trayectoria descendente en el segundo semestre de este año debido a los desfases de la política monetaria y a los efectos de base favorables. En 2025, se espera que la inflación retroceda hasta una media del 25%, lo que sigue siendo significativamente superior al objetivo del CBRT del 5%.
No obstante, la continua presión a la baja sobre la lira podría retrasar el proceso de desinflación, al igual que los cambios repentinos en la cúpula del CBRT y un final prematuro del ciclo de endurecimiento. Aunque el CBRT llevó a cabo una devaluación controlada de la lira antes de las elecciones locales, con una depreciación de la moneda del 8% frente al dólar (6% frente al euro) en lo que va de año, es probable que se produzca una nueva devaluación en los próximos meses.
El proceso de desinflación también podría verse retrasado por una nueva subida del salario mínimo tras la de casi el 50% de enero. «La política fiscal también es más restrictiva, pero en general sigue siendo acomodaticia tras el terremoto de febrero de 2023. El déficit fiscal global asciende a 425.000 millones de TRY en lo que va de año, un 86% más que en el mismo periodo de 2023. La política restrictiva perjudicará la actividad económica interna», indica Gillet.
El reequilibrio de la economía sigue siendo un reto importante, ya que el endurecimiento de la política fiscal y monetaria empeora las perspectivas de crecimiento económico. Se prevé un crecimiento del PIB real del 3,3% en 2024, tras el 4,5% de 2023 y el 3,5% de 2025. Estos resultados seguirían siendo sólidos, aunque mucho más débiles que el 5,2% registrado de media en los últimos 10 años. La próxima fecha de revisión del calendario de Scope para Turquía es el 28 de junio.